Tutorías pa' enamorar(nos)

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Yuliana
[Unos días después...]

Voy terrible tarde a la tutoría con el León, pero no puedo escaparme de la Milla. Me tiene metida en un cubículo hace como media hora, porque se está escondiendo del Jorge.

Quien seguramente ya se fue a su casa.

—Milla,—le susurré a mi mejor amiga, rogando que me dejara salir:—¿me vai a contar qué pasó?

—¿Debería haber "pasado algo" para querer pasar tiempo de calidad con mi mejor amiga?—me miró ofendida e hizo un mohín.

—Llevamos media hora encerradas en un baño de la universidad, Millaray.

—Es para reforzar la amistad.

—¡Basta!—exclamé y salí del cubículo, para luego apuntarla con mi dedo índice.—Hay estado toda la semana escondiéndote del Jorge, ¿por qué?

—Tuvieron coito.—escuché y me giré rápido a mirar a la Cata, que nos estaba observando divertida.—¿Acerté, Milla?

—¡Sí!—la Milla se tiró de rodillas al suelo e hizo como que lloraba.—Y fue el mejor que he tenido en mi vida, chiquillas.

—¿Entonces? ¿Por qué te estai escondiendo?

—Ah,—se rió nerviosa y murmuró avergonzada:—Cuando me desperté fui al baño...—asintió lento y se levantó del suelo.—Escuchen bien, porque los detalles son importantes.

Asentí atenta:—Sigue.

—Estaba terminando de lavarme las manos.—realizó el gesto con una sonrisa.—Hasta que escuché un ruido...

—¿El Jorge se había despertado?—preguntó ahora la Cata, que estaba igual de metida que yo en la historia que estaba contando la Milla.

—Touché.

—¿Qué pasó entonces? ¿Por qué lo estai evitando?—pregunté confundida y le dediqué una mirada alerta—¿Te dijo algo después?

—No le dio tiempo, chiquillas. De verdad que me puse demasiado nerviosa, así que salí corriendo...—balbuceó avergonzada, abrió su mochila y sacó una jabonera:—Cuando llegué a afuera, me di cuenta que le había robado el jabón.

Con la Cata miramos perplejas a la Milla por unos segundos, pero cuando su mirada se desvió hacia mí, explotamos de la risa.

—¡No es chistoso!—se quejó la Milla, mientras hacía como que lloraba.—¿Qué voy a hacer ahora?

—Debe estar confundido, Milla.—habló la Cata, después de haber cesado su risa.

—¿Porque le robé el jabón?

—Porque te fuiste sin decirle nada.—agregué y asentí lento.—Tú sabí cómo es el Jorge contigo. No debe entender porqué lo estás evitando.

—Quizás hasta piensa que hizo algo mal.

La Milla asintió cabizbaja:—Es verdad.

—Habla con él, Milla.—le di palmaditas en la espalda y sonreí con calidez.—Se va a poner feliz.

—Aparte, es tan ahueonao que seguramente ni se dio cuenta que le robaste el jabón.—la Cata se rió y encogió de hombros.