Tutorías pa' enamorar(nos)

୨capítulo diecisiete ^ instagram post୧

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León

Apoyé mi espalda baja en uno de los muebles de la cocina y miré con atención a la Yuli, que estaba sentada sobre una mesa que quedaba al frente mío, mientras resolvía mentalmente un ejercicio y se llevaba el borde del lápiz a la boca.

—¿Cuánto te dio?—carraspee.

—Diez.—me miró.

Sonreí con admiración.—Súper, Yuli.

—¿De verdad?—habló indecisa, mientras miraba una y otra vez la hoja que tenía en la mano.—Mira que esto es lo que te voy a pasar en la tutoría del jueves.

—Te lo prometo.—asentí.—De hecho...—tomé un poco de impulso y me acerqué a ella, para luego colocar mis brazos a sus costados y quedar entre sus piernas.—Siento que no deberíamos hacer la tutoría del jueves.

—¿No?—me miró divertida, mientras dejaba el lápiz y la hoja a un lado.—¿Qué deberíamos hacer entonces?

—Salir.

—¿Salir?—entrecerró los ojos.

—Solo los dos.

—¿Solo los dos?—se rió con ternura, haciendo que una sonrisa hueona se escapara de mis labios.—Ahí vemos.

—No es un "no".

—Tampoco un "sí".

Subí mi mano hacia su rostro y corrí un mechón de pelo detrás de su oreja, mientras la miraba con atención y admiraba detalladamente cada expresión que sus ojitos me entregaban.

—¿Y si salimos...?—hablé lento y con cierta diversión, mientras ella me miraba con una sonrisa.—A estudiar.

—Entonces podría ser un sí.

—Mira tú, Yulita.—sonreí y entrecerré ligeramente los ojos.—¿Estai dispuesta a salir conmigo a estudiarme entonces?

—León...—se rió y escondió su carita, porque se había sonrojado.

—¿Qué?—coloqué mi índice en su mentón y elevé su rostro para poder observarla mejor.—Por favor, no te escondai de mí, Yuli.—susurré.—Que yo me muero por poder conocer todas esas facetas que te hay guardado todo este tiempo.

—¿Entonces tú querí estudiarme a mí?—habló con cierta diversión, pero sus ojos me transmitían algo distinto; algo más íntimo.

—Sí,—me acerqué hasta el punto que nuestros labios quedaron rozándose.—Quiero aprender a conocer tu corazón, tu mente, tu cuerpo...—bajé mi mirada hacia sus labios y relamí los míos.—Quiero aprender a amarte y saber qué cosas te apasionan...—coloqué mi mano sobre su mejilla, pero dejé mi pulgar sobre su mandíbula y la acaricié hasta llegar al cuello.—Qué cosas te gustan.—musité.—Quiero aprender de ti para convertirme en la persona que merecí tener a tu lado, Yuliana.

Sentí la respiración acelerada de la Yuli sobre mis labios y me mantuve firme para no romper el espacio —y la promesa— que había entre nosotros; pero se me estaba haciendo muy difícil, porque ella ya se había vuelto mi debilidad.