21 | Un principe y una princesa

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Capítulo veintiuno

Alexa:

Hace exactamente dos semanas, fue el incidente de la fiesta. Esperaba que mamá por fin pudiera confiar en mí y contarme toda la mierda que esconde, pero como es obvio que no lo hace, decidió decirme lo siguiente: “hija, no te preocupes, él solo se enojó por un comentario que le dije”.

Estuve a nada de decirle que ya sabía que él no era mi papá, que dejará de mentirme porque estaba a punto de descubrirlo todo. Pero no lo hice, me trague toda la furia que en ese momento se hizo presente y murmuré un monótono: okay.

Estaba harta, realmente harta de sus mentiras. Por lo que en estas dos semanas luego del viaje fueron de puro investigar. Alex hace un par de semanas le había hablado a un amigo que trabaja de informático que investigara quién era el tal León.

Y lo encontró, pero gran parte de su información no pudimos acceder porque por una extraña razón estaba en una carpeta bloqueada. Sin embargo, descubrimos que tiene cuarenta y nueve años, es estadounidense y viene de una familia pudiente.

Y esa familia, es la familia de Rubén Brown y León Brown, es su hermano. O sea que él podría ser mi padre, o su otro hermano, Dalton Brown que parecía tragado por la tierra, ya que no se encontró ningún tipo de información sobre él.

Lo más probable era que León fuera mi padre.

El tipo de la foto, el que venía a mi casa y asustaba a mamá, el que me miraba con curiosidad y el mismo que me entregó el sobre.

¿Qué hizo que mi madre le tenga tanto miedo?

No sabía la respuesta, pero sabía que estaba cada vez más cerca de ella.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

—Feliz cumpleaños princesita hermosa —Alex tomó mi cara con sus manos y depositó besitos alrededor de toda mi cara y sonreí feliz ante eso.

—Gracias, guapo — le agradecí levantándome de la cama.

—Hoy te espera un día lleno de sorpresas, pero primero toma esto — me entregó una cajita de terciopelo.

—Oh, Alex ¿Es una propuesta de matrimonio?—. dije con un falso tono de emoción poniendo mi mano en mi pecho, fingiendo sorpresa —no puedo casarme contigo— limpié una lágrima imaginaria—. la verdad es que yo ya estoy casada con mi almohada de Henry Cavill—. Alex rompió en carcajadas —pero si quieres— me acerqué a él y bajé el tono —puedes ser mi amante —le guiñé un ojo, pero él no paraba de reír.

— o podría matarlo— agarró la almohada y me empujó a cama, golpeandome con ella.

—¡Alex para!— carcajee intentando sacarlo de encima, pero él comenzó a hacerme cosquillas.

Y yo sí que era cosquillosa.

—¡Por favor suéltame!— grité y me retorcí y sentí dolor en mi estómago a causa de la risa.

El pelinegro luego de escuchar tanta súplica paro de hacerme cosquillas—. mientras más vieja te pones, más gritona eres.

—¡Oye!— golpeé su hombro—. solo tengo veinte — volví a levantarme y me sonó la espalda. —ay, mi espalda— me quejé.

—¿Viste? es la edad.

—Qué te espera a tí, que ya vas a cumplir veintitrés.

—Deberías llevarme a un asilo.

—Alex, estás loco— sonreí ante sus ocurrencias.

—Este loco solo piensa en una loca.

Negué con la cabeza sin quitar la sonrisa de mi rostro y volví a tomar la cajita, está vez, abriéndola —¡Es el collar que vi! Gracias— fui a abrazarlo emocionada. Aún no podía creer que estuviera en este punto con Alex. Jamás, en toda mi vida, hubiera pensado que este chico me gustaría tanto.

Alexa y AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora