Hace unos días, me sorprendí a mí misma divagando sobre tu paradero, sobre el rumbo que habrá tomado tu vida. Confieso que si no fuera por un recuerdo efímero que apareció en mis redes, ni siquiera habría cruzado mi mente el pensamiento de tu existencia. Sin embargo, al sumergirme en esa incertidumbre, me encontré vagando por los recovecos de un futuro imaginario, donde nuestra historia habría prevalecido, donde nuestros destinos se habrían entrelazado de manera indeleble.
En ese fugaz instante, me dejé llevar por la fantasía de un amor que había sobrevivido al paso del tiempo, que había resistido las embestidas del destino y las pruebas del desafío. Visualicé un escenario en el que tú y yo éramos los protagonistas de una historia eterna, donde nuestros corazones se encontraban en un baile perpetuo de pasión y complicidad.
Sin embargo, al reflexionar con mayor detenimiento, comprendí que lo vivido contigo fue lo mejor que pudo haberme sucedido. Fue a través de nuestra historia compartida que pude comprender, de manera vívida y concreta, una verdad universalmente conocida pero muchas veces esquiva: "Yo me enamoré primero, pero tú te enamoraste más fuerte".
Sí, es cierto. Yo fui la persona que estuvo ahí desde el principio, que se entregó de manera incondicional, que construyó castillos de ilusiones en el horizonte de nuestros sueños compartidos. Pero al final del camino, fuiste tú quien se aferró con más fuerza a lo que teníamos, quien luchó con uñas y dientes por preservar lo que tanto significaba para ambos.
Esa revelación, aunque dolorosa, me llenó de una profunda gratitud y aceptación. A través de nuestra relación, aprendí el valor del amor verdadero, de la entrega desinteresada y del sacrificio sin límites. Descubrí que no siempre el primero en amar es el que más ama, que el amor se manifiesta de maneras diversas y a menudo impredecibles.
Ahora, mientras contemplo el horizonte borroso de lo que pudo haber sido y no fue, me consuela la certeza de que nuestro camino se bifurcó por una razón. Aunque nuestras vidas hayan tomado rumbos diferentes, siempre llevaré conmigo el recuerdo de lo que fuimos, de lo que significaste para mí y de la lección invaluable que dejaste grabada en mi corazón. Porque al final del día, lo importante no es quién amó primero, sino quién amó con más intensidad, con más autenticidad y con más valentía.