Muchas veces me he detenido a reflexionar sobre qué fue lo que al principio me atrajo de ti. En esos días de juventud y falta de experiencia, no lograba comprender del todo los sentimientos que surgían en mí. Era un enigma que me consumía, una fascinación inexplicable que solo ahora, con el paso del tiempo y la madurez, puedo descifrar con claridad.
Recuerdo cómo tu vasta experiencia en la vida se convertía en un faro en medio de mi inexperiencia. Había en ti una sabiduría adquirida a través de los años, una seguridad que contrastaba con mi ingenuidad. Era esa mezcla de conocimiento y misterio lo que me cautivaba. Tu pose de chico malo, esa actitud desafiante y rebelde que siempre te caracterizó, añadía una capa de atractivo que era imposible ignorar.
A veces me pregunto si aún conservas esa chaqueta de cuero que te daba un aire tan particular, y si sigues recorriendo los caminos en tu Harley, como solías hacer. Imagino el viento acariciando tu rostro, la sensación de libertad que tanto valorabas y que parecía ser parte esencial de tu ser. Espero que, dondequiera que te encuentres ahora, hayas encontrado esa libertad que tanto anhelabas y que te permitía vivir la vida a tu manera.
Pienso en la familia con la que tanto soñaste y de la que tantas veces hablamos. Deseo con todo mi corazón que hayas encontrado a esas personas que llenen tu vida de amor y compañía, que te ofrezcan el hogar que siempre quisiste construir.
Por mi parte, estoy en un punto de mi vida donde estoy logrando mis metas, persiguiendo y alcanzando mis sueños. He aprendido a enfrentar los desafíos con valentía, y cada logro me acerca más a la persona que siempre quise ser. Espero que tú también estés cumpliendo tus deseos y viviendo la vida que siempre imaginaste.
Y sé, en el fondo de mi corazón, que si en algún momento de tu vida llegas a leer estas palabras, me reconocerás. No en vano me llamabas tu OGRO, una denominación que, aunque peculiar, simbolizaba una conexión especial entre nosotros. A través de ese apodo, había un entendimiento mutuo, una complicidad que trascendía las palabras.
En este vasto universo, lleno de caminos entrelazados y destinos inciertos, confío en que sigues siendo la persona intrépida y apasionada que conocí. Que, sin importar dónde te encuentres, sigues persiguiendo tus sueños con la misma intensidad y libertad que siempre te caracterizaron. Y aunque nuestros caminos hayan tomado rumbos diferentes, siempre quedará en mí el recuerdo de lo que fuimos, de la chispa que encendiste en mi vida, y de las lecciones que aprendí a tu lado.