En la calidez de la noche, cuando las estrellas pintaban el cielo con destellos de plata, me invadieron los miedos y las dudas. Temía que al amanecer, tus palabras serían un susurro fugaz, un adiós silencioso que rompería el hechizo de nuestra unión efímera. Pero en lugar de eso, tus labios murmuraron las palabras que resonaron en el silencio de la habitación como una melodía etérea: "Te amo".
En ese instante, el mundo se detuvo y el tiempo se convirtió en un lienzo en blanco en el que se plasmaba el poder del amor. Tus palabras fueron como un bálsamo para mi alma atribulada, un recordatorio de que en medio de la incertidumbre y el miedo, el amor sigue brillando como una estrella en la noche más oscura.
No sabes cuánto aprecio esas palabras, cómo se aferraron a mi corazón como una promesa de esperanza y redención. En un mundo lleno de despedidas y desilusiones, tu amor se convirtió en mi refugio seguro, mi ancla en medio de la tormenta. Y aunque el tiempo haya pasado y las palabras se hayan desvanecido en el eco del recuerdo, el amor que compartimos sigue ardiendo con la misma intensidad que el primer día, iluminando mi camino con su resplandor eterno.
