Golpe

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Sanji sintió como su morral iba resbalando desde su hombro hasta tocar el suelo, apenas tuvo fuerzas de sostener su correa mientras miraba los ojos tristes de su abuelo.
Zoro retrocedió un paso y susurró una maldición, los ojos de Kuina jamás le habían parecido tan sombríos, sentía que le faltaba el aire y el juicio silencioso de Mihawk solo empeoraba todo.
Ambos bajaron la mirada y buscaron algún punto para sus ojos, pues era demasiado, era imposible tolerar la decepción con la que los juzgaban, aunque también eran conscientes de merecer eso y más.

Ellos se mantuvieron quietos, el cuerpo no les daba, no les respondía y sus cerebros tampoco armonizaban para ordenar algo. Sin embargo, no fue igual para sus descubridores, Kuina fue la primera en avanzar, muy decidida fue hasta ellos con el viejo Zeff y Mihawk pisándole los talones.

- tenías razón - Mihawk miró directo al peliverde - no sabes lo que verás al salir de la estación - Zoro ni siquiera pudo devolverle la mirada, tan solo apretó los dientes a más no poder, su maestro pasó por su lado y se fue sin más que añadir.

Zeff a su vez, tomó del brazo a su nieto y lo movió con brusquedad - vamos

El cocinero, completamente tieso y aún con la mirada en el piso lo siguió sin decir nada.
Zoro los observó irse y luego volvió la mirada al suelo, su hermana nunca dijo nada, solo se movió y él por su gusto fue tras ella.

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Ya en el departamento, Sanji se movía afanosamente buscando algo que hacer en la cocina.
Su abuelo se encontraba sentado junto a la barra, observándolo en completo silencio, pues luego de ese escueto "vamos" no le había vuelto a dirigir la palabra.

- está todo muy sucio, hace días que no limpio - el rubio movía los platos que iba encontrando y los llevaba al fregadero - ¿Qué estabas diciendo? ¿Quieres café? - abrió la alacena buscando la sustancia y al no encontrarla la cerró con torpeza - café... - fue a la mesa y solo se encontró con más desorden - ay Vaiolet, deja todo en cualquier lugar, lo ha movido de sitio - los ojos de Zeff lo estaban matando con cada giro que daba para volverlo a ver - ya no hay café... ¿Quieres un té?  - tomó un trapo, lo enjuagó y se puso a limpiar la barra - lo siento nunca tomas té estoy loco ¿Qué estoy diciendo? - sus manos le temblaban a tal grado que apenas las reconocía - solo necesito limpiar todo esto... - descontroló sus dedos, un plato se le escapó y cayó al suelo, haciendo un estruendoso ruido, ambos se quedaron observando los pedazos.

Sanji iba a agacharse a recogerlo, pero entonces sintió a su abuelo moverse, vio sus zapatos detenerse frente a él y con mucho esfuerzo por fín lo miró a los ojos - ¿Papá? - al ver el sombrío y duro rostro de Zeff, solo trató de pensar en algo que decirle, algo que lo hiciera reaccionar, que le hablara, que lo golpeara, que lo insultara o que lo pateara al menos, todo por quebrantar su más sagrada ley: lastimar a una mujer - yo...

En cambio, Zeff hizo algo mucho peor que todo lo anterior, no mostró ira en su mirada, no había odio en sus ojos o una implacable cólera a punto de estallar, no, todo lo que encontró Sanji fue decepción, una muy marcada decepción, eso hizo que soltara una lágrima, Zeff abrió la boca para decirle algo, pero pareció arrepentirse inmediatamente, así que solo negó con la cabeza y se fue del departamento.

Sanji cayó al suelo y dejó salir más lágrimas.

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Zoro entró a la casa detrás de Kuina, con unos minutos de diferencia, pues luego de que ella entrara él se quedó en la puerta, tratando de buscar valor para poder confrontarla, después de todo, su hermana no le había dirigido la mirada en todo el trayecto.
Era una suerte que Tashigui no estuviera en su hogar, pues definitivamente notaría que algo andaba mal.
Solo estaban Zoro y Kuina, así que el moreno aprovechó eso y pasó directo a la cocina, tratando de hallarla, luego, y sin saber cómo, llegó a la lavandería, pero tampoco estaba ahí, buscó en la sala y ni rastros de ella, en el segundo piso, en la entrada, tras las escaleras y hasta en el baño, mas no la vio en ningún lado. Fue entonces que miró hacia el patio trasero, fue a revisar y efectivamente la encontró ahí, de pie y totalmente tiesa, con las manos en los bolsillos y mirando al frente, estaba pensativa y encerrada en su propio mundo.

AMANTES ( ZoSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora