AMANTES ( ZoSan)

Noche

Terminar con un matrimonio no es nada fácil, no solo estaba el factor de haber compartido una vida en unos años. Es un vínculo, una alianza, y si tomar la decisión de iniciar esa alianza ya es difícil de por si, entonces tomar una segunda decisión para terminar con el vínculo es aún más difícil.
De todos modos, hay muchas razones por las que termina un matrimonio, depende de cada pareja, pero bueno, todo mundo piensa en infidelidad, sin ninguna excusa para ello.

Pero ¿Qué sucede cuándo desde el comienzo, una de las partes no quiere unirse en dicho matrimonio?
Se podría decir entonces que nunca debió casarse, que al reconocer sus propios límites también debió admitirlos... Ojalá fuera tan sencillo.

A veces las cosas solo fluyen, siguen su camino y sin darse cuenta, llegan a un punto, en el que se siente que ya no hay retorno. Entonces ¿Qué haces? Sabes que si dejas continuar las cosas será un error, pero si retrocedes será incluso peor. O al menos eso sientes en ese momento.

Ver a Tashigui tan feliz por las flores que desde un principio eran para Sanji, hizo que recordara cada año que había vivido como parte de su familia, de una familia a la que desde un inicio no perteneció, pero que siempre sintió tan suya.
Verla al lado del rubio, aparecida de la nada le hizo caer en cuenta de nuevo que solo tenía dos caminos, o continuar con su farsa de matrimonio o egoístamente ir a los brazos de su amante.
Y no es que no quisiera terminar con ella, es que no podía ¿Qué le diría a Kuina? ¿Como miraría hacía arriba? ¿Al hombre que lo crió? Aunque no era tonto, lo que estaba haciendo tampoco era digno de admirar.

Lo habían hablado, por supuesto que lo había hablado con el cocinero, quien se sentía exactamente igual respecto a Vaiolet.
Pero como se amaban el uno al otro y no querían perderse, decidieron esperar, solo un poco más y luego firmarían el divorcio, mientras tanto, seguirían viéndose.
Estaban seguros de ello, sin embargo, lo de las flores y Tashigui les recordó la fragilidad con la que estaban manejando sus vidas.

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Sanji acababa de entrar a su departamento, ver a tantos niños y cocinar para ellos era un deleite, pero era la compañía de Zoro, lo que de verdad plasmaba la sonrisa con la que llegaba.
Iba a prender la luz, sin embargo un tenue resplandor amarillo lo detuvo, venía... de todas partes.
Eran velas, cuidadosamente colocadas al lado de muchísimas flores, entró a su sala y observó una mesa muy bien adornada.
De pronto, una preciosa Vaiolet salió de detrás de un pilar, obviamente estaba esperándolo, con una linda sorpresa.

Sanji, enternecido y culpable la miró con un gesto dulce, dejó sus cosas y se acercó a ella - Vaiolet, todo esto...

- ¿Puedo? - lo interrumpió pidiéndole la mano a modo de iniciar un baile - sé que estamos acostumbrados a que los detalles vengan de tu parte, por eso... quise demostrarte que yo también puedo

- no era necesario

- nunca lo es para tí - sonrió dulce - por eso, este fín de semana tú y yo... - sugirió coqueta - todo el día y toda la noche, durante horas, estaremos... - el rubio comenzó a respirar intranquilo, no quería acostarse con ella, no debía ¿Pero qué le diría? - conversando - ambos rieron, la mujer no quería que su esposo se sintiera de cierta forma obligado, así que lo esperaría, y charlar era otra manera de pasarlo bien juntos - de lo que tú quieras

- que linda, gracias Vaiolet

- lo siento Sanji - se disculpó con malestar - esa noche... - le acarició el flequillo - a veces uno comete errores por amor ¿Si?

- yo lo siento más - respondió mientras la abrazaba - lo siento más - volvió a decir mirando a la nada, no era de lo único que se disculpaba.

No notó que su celular vibraba sin parar, sería un fín de semana muy largo.