Amantes

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La noche era oscura, las calles estaban solitarias y vacías, y el cielo amenazaba con una lluvia eterna mediante poderosos rugidos.

Sanji caminaba rápido, abrazándose a sí mismo con fuerza, las palabras de Vaiolet no dejaban su cabeza y las lágrimas parecían no detenerse. Llegó al único lugar en el que podría estar seguro, seguro y lejos de todos, la estación de trenes. Se adentró buscando el lugar y el asiento con el que ya estaba familiarizado. Sin embargo, cuando lo encontró vio que ya estaba ocupado.
Zoro estaba en el.

Con la mirada perdida, quizá tratando de buscar respuestas en el aire, el peliverde estaba sentado y con las manos enlazadas entre si.
Al verlo, Sanji caminó con fuerza y a pasos largos hacia él, entonces Zoro alzó la mirada y sus ojos se encontraron.

También había llorado - hace cuatro años dijiste que los romances eternos ya no existen ¿Recuerdas Zoro? ¿Lo puedes seguir manteniendo? - el moreno, desganado y frustrado se levantó, sin decir una sola palabra - el día de nuestra boda dijiste que si no buscaba el amor después del matrimonio no lo encontraría ¿Que dirás ahora? ¿Que dirás ahora? Contéstame Zoro ¿Que mierda hacemos en la estación en medio de la noche? - el rubio había llegado a estar frente a él, fue cuando el espadachín giró su cabeza para no verle - ¿Que sucede Zoro? Respóndeme, necesito las respuestas

- yo no sé - lo hizo a un lado, dispuesto a irse.

Pero Sanji no permitiría que escapara tan fácil, así que lo tomó del brazo - dime ¿A dónde vas? Responde... quiero saber - el moreno se soltó y caminó dándole la espalda - ¡Quiero saber! ¡No huyas! ¡¿Qué demonios nos pasa?! - siguió jalándole el brazo, con más fuerza que antes, logrando por fín que estén cara a cara.

- nos conocemos desde hace años Sanji, toda la vida puedo decir, recuerdo cada momento a tu lado, cada sentimiento, cada pelea, cada discusión y cada mirada - esta vez era el cocinero quien comenzaba a retroceder - nunca le di la importancia que debía, jamás lo vi de otra manera, nunca me detuve a pensar o a preguntarme el porqué contigo todo era diferente ¡Jamás Sanji! - ambos comenzaron a respirar más rápido - ¡¿Es esta la respuesta a tu pregunta?! Quizás no, quizás es esta - sus corazones estaban a todo dar, ambos querían dejar de hablar y a la vez seguir escuchando - todos los días tu tren sale de la estación unos minutos después que el mío y todos los días pierdo mi tren para que pueda pasar un poco más de tiempo contigo ¿Es esta la respuesta a tu pregunta?

- Zoro - los ojos del rubio estaban llenos de miedo y conflicto, pero el moreno ya no iba a parar, ya no quería parar.

- todos los días nos despedimos pero tú nunca te vas, tus pensamientos no me dejan Sanji, no me dejan ¿Esa era la respuesta que querías? - el cocinero no respondió nada, solo sus ojos hablaban, llenos de dudas retomaron su llanto, Zoro no quería eso, pero tampoco iba a detenerse - soy un hombre casado Sanji... y pienso que lo olvidas - suspiró con tristeza - como también olvidas que tú igual estás casado ¡Que olvidamos que los dos estamos casados! ¡¿Que hacemos en la estación en medio de la noche?! - su gruesa voz comenzó a fallarle - creo que tengo la respuesta correcta ¡Esa que buscabas!

El rubio se soltó del agarre que le había puesto el espadachín y caminó decidido a irse, sin querer seguir escuchando, buscando la salida.

- ¡Escucha tu respuesta! ¡Te amo! - se detuvo, se detuvo sin saber que hacer, si volver o continuar directo a la salida - ¡Te amo Sanji! - lo volvió a gritar, como si estuviera empeñado en que todo el mundo lo escuchara - ¡Y tú me amas también! - tenía que parar, Zoro debía parar o él regresaría corriendo a sus brazos.

Satisfecho y sin más que añadir, Roronoa se volvió a sentar, cansado, como si se habría librado de un gran peso.
Y observó como Sanji, siguió su camino a la salida.

AMANTES ( ZoSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora