𝓒𝓸𝓵𝓵𝓪𝓫𝓸𝓻𝓪𝓽𝓲𝓸𝓷 | ᴋɪꜱʜɪʙᴇ ʀᴏʜᴀɴ |

𝟏𝟕

Las plantas pasaban delante de sus ojos a gran velocidad, cambiando rápidamente de materiales y estructura, hasta que la oscuridad lo envolvió.

Cerró los ojos, y esperó el impacto que nunca llegó.

Tras unos segundos, volvió a abrir sus párpados, descubriendo que ahora le rodeaba un gran vacío negro. Tampoco sentía como si estuviera cayendo, era como si estuviera en gravedad cero.

Giró su cuerpo, viendo como, no muy lejos de él, había una puerta completamente blanca que contrastaba con la oscuridad.

Como otras veces hizo dentro de aquel lugar, pidió en voz alta acercarse a esa puerta para ver el recuerdo, pero esa vez, nada ni nadie le hizo caso. En su lugar, la puerta se abrió, dejando escuchar y ver parcialmente su interior.

— No puedo ser padre... No puedo serlo... — habló un hombre en el interior, el cual pasó varias veces por delante de la puerta, como si se estuviera paseando por la habitación. Las voces eran lejanas, así que le costaba captar con claridad las palabras.

— A mi me da que le gustas al bebé, así que te lo quedas tú. — dijo, esta vez una voz femenina.

— No es que quiera quedármela. — gruñó el varón. Finalmente se paró delante de la puerta, dejando apreciar a Rohan como este llevaba algo entre los brazos.

En ese punto, no fue capaz de captar un trozo de la conversación porque bajaron el volumen de sus voces, pero luego de un rato estas volvieron al volumen usual.

— ... pero tú sabes cual es mi situación — finalizó el hombre luego de un monólogo.

— ¿En serio te has encariñado con él? ¡Solo lo has cogido en brazos una puñetera vez!

— ¡No hables así! Ahora ella puede escucharnos — lo que llevaba entre los brazos empezó a hacer ruiditos, así que el hombre movió los brazos, empezando a balbucear algo imperceptible, hasta que se calmó —. Y es una niña. Refiérete a ella como se debe.

— La íbamos a dar en adopción.

— No puedo darla en adopción ahora. Buscaré otra solución. Igual mi madre...

— No. Nos. Vamos. A. Quedar. Con. Eso — dijo la mujer, de forma pausada para remarcar cada palabra.

— Si tú no quieres entonces vete, pero yo no pienso dar a mi hija en adopción.

— Esto es una puñetera broma... Esto tiene que ser una puñetera broma... — ahora, la mujer apareció delante de la puerta, vestida con una bata de hospital — ¿Es en serio?

— Completamente. Tenerla en mis brazos me ha dado la lucidez que no he tenido en todos estos años — el varón la encaró, dejando ver su rostro finalmente. Unos ojos ambarinos brillaban en tonos amarillentos por culpa de la luz del atardecer que se colaba por la ventana. Eran muy similares a la mirada de los felinos a punto de cazar a su presa, lo que le daba cierto peso y determinación a sus palabras —. Me las apañaré. No permitiré que mi hija viva una mala vida. Resolveré todas mis deudas. Le pediré perdón a mi madre por todo. Y luego, ella y yo, tendremos una vida tranquila.