XI

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Estaba chateando con Kizuki

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Estaba chateando con Kizuki. Está muy insistente en querer tener una cita, pero, ahora que tengo en la palma de mi mano a la estúpida de Toshinori, no la dejaré ir.

He descubierto una mejor manera para hacerla sufrir: ilusionarla al grado de enamorarse de mí, tener sexo con ella cada que se me venga en gana, ser el hombre que ella desea para cuando se encuentre el sentimiento en su mayor apogeo, desbaratar esas ilusiones con palabras tan simples como: "No estoy enamorado de ti. No me vuelvas a buscar".

Va a sufrir, sí. Va a llorar, sí. Le va a doler, sí. Pero eso no se compara con lo que su puta sonrisa me hizo en mi vida. Gracias a su maldito positivismo es que me arruinó la vida.

Estaba tan concentrado en los mensajes hasta que sentí movimiento en mi brazo. Dirigí mi mirada a dicha dirección y era Saori, que se estaba levantando para erguirse derecha y recargar su espalda en la lámina que hacía de pared en el elevador.

— ¿Dormiste bien? — pregunté mas no respondió. Fruncí el ceño y la miré, tenía la mirada fija en su celular —. Te hice una pregunta.

— ¿Perdón? — preguntó y me miró con desdén. ¿Así suelo mirar yo? Qué incómodo.

— ¿Sabes que no está bien responder a una pregunta con otra pregunta?

— Usted lo acaba de hacer.

— ¿Usted? — pregunté... ¿Ofendido? Acaba de dejarme sin palabras.

— ¿Sabe en qué momento esto comenzará a avanzar de nuevo? Tengo muchas cosas por hacer como para perder el tiempo aquí.

— ¿Qué es lo que te pasa? — pregunté molesto. Ese jodido cambio de actitud me está cabreando. Ella se limitó a verme de reojo para luego bajar y subir la mirada —. Un momento... — miré mi celular, aún tengo la conversación con Kizuki en pantalla y fue a la dirección donde ella acaba de mirar. He descubierto otro punto débil — ¿Estás celosa?

— ¿Qué? — cuestionó con el ceño fruncido, finalmente, dándome la cara. Me retiré la mascarilla para mostrarle una sonrisa de lado. Ella torció los ojos.

— Veo que quieres ser castigada por hacerle muecas a tu jefe.

— Yo sólo quiero irme de aquí — me miró —. Se suponía que íbamos a una junta y tenemos 10 minutos en este ascensor. ¿Acaso usted no puede llamar a alguien para que vengan a arreglarlo?

— Sí puedo — dije. Es momento de hacerla sufrir un poco —. Llamaré a Kizuki.

— No sé quién sea pero si nos puede sacar de aquí, está bien.

No está cayendo. Está evadiendo el tema. Veo que es inteligente. Y si le hago evidente mi plan, se enojará.

— Estamos solos en este estrecho ascensor, ¿no sería emocionante si te obligara a venir aquí? Decir "No" con esa cara no me hará parar.

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora