II.- Los Hale y los Argent

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Stiles miró a todos sus amigos reír con su hermana, estaban en los pasillos y se dirigían a la cafetería para la hora del almuerzo.

— Los Hale. — susurró Stiles mirando con una ligera sonrisa a los tres hermanos que parecían esperarlos en una de las mesas.

Los lobos estaban tan concentrados en hablar con la castaña que no alcanzaron a escuchar eso, Lydia solo miró al castaño y enrollo su brazo con el de él.

— ¿Cómo se siente volver? Tranquilo los Hale no muerden, aunque lo parezca. — le dijo Lydia con diversión.

— Raro. Han pasado muchos años y no somos los mismos, Ally sigue siendo ella pero es amable y tierna, la trataron muy mal en nuestro antiguo instituto.

— Me imagino que no terminaron muy bien.

Stiles sonrió con malicia.

— Digamos que algo así.

— Ese es mi chico.

Stiles sonrió y dejó un suave beso sobre la cabeza de la chica.

— Si tienes novio el chico podría ponerse celoso, Lyds.

— Tengo novio, es oficial de policía pero no se pondrá celoso, sabe que solo tengo ojos para él.

— Quiero conocerlo, si te llega a hacer daño lo pagará.

Lydia solo rio. Su amigo siempre los había protegido y al parecer con los años se había vuelto más sobreprotector. La chica sabía que el padre del castaño lo había metido a clases de boxeo, defensa personal y más por lo que era fuerte y sabía defenderse, no le sorprendería si le dijeran que le partió la cara a alguien.

Llegaron a la mesa donde se encontraban los Hale y tomaron asiento.

— Chicos, ellos son Derek y Cora Hale, ella esta en nuestro año y Derek es de tercero. — presentó Scott.

— Y estos son los mellizos Argent, Allyson y Mitch o Stiles. — presentó Jackson con orgullo.

Derek levantó la ceja al escuchar el cariño y orgullo en la voz de sus betas, parecían muy unidos a Stiles de una manera que incluso lo respetaran, como si él fuera incluso parte de la manada; con Allyson no parecían tan cercanos pero parecía que por el simple hecho de ser la hermana del castaño ella era especial.

Cora solo miraba con atención a los mellizos, quería no confiar en ellos pero al mismo tiempo algo le decía en su interior que podía estar a salvo con ellos, además olían a hogar, su lobo estaba tranquilo a su lado.

— Hola, espero que estos chicos no les hayan causado problemas, en especial Jackson y Scott, pueden ser un dolor en el culo. — dijo Stiles de manera tranquila.

Los betas había notado que su amigo sonreía mucho menos que antes, tenía una actitud fría y soberbia pero no mala, con ellos mostraba pequeñas sonrisas pero con los Hale parecía tranquilo pero alerta, era confuso.

— Es bueno conocer al viejo amigo de los chicos, ellos hablan de ti pero nunca de tu hermana. — comentó Derek pensando que ofendió a la chica que solo sonrió restándole importancia.

— Estudiaba en casa, hay una vieja tradición en mi familia donde las niñas estudian en casa hasta los catorce años.

— Es una rara tradición. — comentó Cora con confusión.

— Nuestro abuelo nos comentó hace tiempo en la antigüedad nuestra familia era un clan de cazadores y que se manejada por un matriarcal así que se quedó la tradición de que las mujeres reciben una educación especial. Hoy en día la mayoría de las mujeres se encargan del negocio familiar, papá lo hace por el momento pero Allyson es quien lo heredara.

— Yo digo que Mitch debería de heredarlo, es realmente inteligente y tiene el porte de un líder. — dijo Allyson sonriéndole a su hermano.

— Estoy bien, no necesito ser el líder de nada prefiero ser tu humilde servidor. — dijo Stiles haciendo una leve reverencia.

— Mitch tiene un severo caso de hermanitis así que esto es normal. — les dijo Erika con diversión.

— Derek también es así, prometo no asustarme. — dijo Cora mientras comía una de sus patatas fritas.

— ¿Por qué regresaron al pueblo? — preguntó Derek.

— No tengo idea, eso se lo tienes que preguntar a mi padre y no creo que te responda, llevo semanas preguntándole.

— ¿Ustedes querían regresar?

— Yo sí, quería conocerlos a todos ustedes además de que nuestro otro instituto era horrible y nada es mejor que regresar a casa. — dijo Allyson.

— Derek no seas tan duro, son de confianza. — dijo Isaac con una dulce sonrisa.

Stiles los miró en silencio.

*

Peter Hale miró de manera atenta al hombre frente a él: Christopher Argent lo miraba sin miedo.

— ¿Por qué regresaste?

— Tenía que hacerlo, el peligro esta cerca y mi hermana no tarda en llegar al pueblo. No voy a dejar que asesine asesinos.

— Eso no salió muy bien cuando quemo mi casa con mi familia. — gruñó Peter.

— No podía hacer nada en ese momento, mi esposa estaba grave y mis hijos con ella, los hombres de mis padres estaban "cuidándolos" era una advertencia de Kate y mi padre, si hacia algo Mieczyslaw y Allyson estarían muertos.

Peter suspiró.

— Lo entiendo, sé como era tu vida pero eso le costó la vida a mi familia, mis hijos, sobrinos y más. No es tu culpa pero el apellido Argent solo provoca que quiera arrancarle la garganta a cualquiera que le pertenezca.

— No puedo negar el que quieras matarme pero estoy aquí no solo para proteger a mis hijos sino también a tu manada. No dejaré que los Hale perezcan una vez más ante los Argent que han roto el código.

— ¿Tu hijos saben de este mundo?

— No, lo entrené para protegerse pero no tienen la menor idea de que es lo que sucede en realidad. Ellos no son parte de esto y quiero que se mantenga así. — dijo Chris de manera seria.

— Mientras tu no se lo digas o se vean involucrados en algo la manada no les dirá nada. No es nuestra responsabilidad contarles y por algo se los has ocultado todo este tiempo. — dijo Peter con una ligera sonrisa.

Peter podía entender que Chris no le quisiera decir de ese mundo a sus hijos, una vez que ellos se enteraran se verían envueltos en este mundo que los podrían en constante peligro no solo porque tendrían que convertirse en cazadores y lidiar con sus reglas además de que muchos sobrenaturales irían por ellos por el simple hecho de llamarse Argent, ellos pagarían los pecados de su abuelo y tía.

— Gracias Peter. — giró y comenzó a caminar, se detuvo y miró sobre su hombro al lobo — Es bueno verte otra vez. — le dijo con una sonrisa. 

Los ArgentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora