Capítulo 2

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Al día siguiente me despierto. Volteo a mi lado izquierdo para ver a Ana todavía durmiendo, me quedo allí observándola cuando de repente sus ojos se abren viéndome fijamente. Pego un grito y me sobresalto.

—¡Me quieres matar de un susto! —exclamo colocando mi mano en el pecho.

—¿Mas bien tú que hacías mirándome de ese modo tan perturbador?, la que debería estar asustada soy yo. Despertar y lo primero que vez es otra cara viéndote.

Rio.

—¿Sabias que babeas cuando duermes?.

Ana me da un empujoncito y a continuación la puerta de mi habitación se abre —¿Qué pasa?, ¿qué fueron esos gritos? —pregunta mi madre algo asustada.

—Nada madre, solo que Ana me ha asustado cuando despertó.

—Mi madre suspira ya más calmada —Dios santo, creí que les había pasado algo grabe. Bien, en la cocina se pueden preparar algo, yo ya voy de salida, hoy tengo que estar un poco más temprano en el hospital. Se portan bien y no hagan tantas travesuras, recuerden que ya están grandecitas para esas cosas —dice mi madre para a continuación darnos un beso a cada una y marcharse.

Mi madre trabaja en un hospital como enfermera, así que su trabajo era un poco esclavizante.

Era fin de semana y mi prima y yo habíamos planeado pasarla juntas. Ana y yo éramos como uña y mugre, nos hemos criado desde pequeñas y siempre hemos sido ella y yo contra el mundo, tenemos muchas cosas en común, nos gusta casi que lo mismo, y una de ellas era la música, nuestra banda favorita es Morat, amábamos cada una de sus canciones, tan inspiradoras y llenas de sentimiento. Aun así había una cosas que Ana y yo no compartimos y es que a ella no le gustan los libros, dice que le aburre leer y que prefiere las películas. En cambio yo, soy una soñadora empedernida, capaz de perderme durante horas en las páginas de un libro. Mi amor por la literatura era un fuego que ardía en mi interior, y no importaba cuantos libros leyera, siempre había espacio para más. Los libros eran mis confidentes, mis maestros y mis amigos más leales. A través de sus páginas encuentro consuelo, inspiración y la fuerza para enfrentar cualquier desafío que la vida me colocara.

Mientras Ana preparaba el desayuno «ya que en temas de cocina ella era más experta que yo», y yo me encontraba sentada en el sofá leyendo un libro "Romeo y Julieta". Era mi tercera vez que leía aquel libro, «me consideraba masoquista, ya que sabia que éste libro me hacía llorar cada vez que lo leía pero aun así lo seguía leyendo

¿Por qué soy así?

Llevaba un buen rato concentrada leyendo hasta que el timbre de mi casa suena y me hace volver al mundo real. Me pongo de pie y camino con mi libro en una de mis manos hasta la puerta, al abrirla me quedo un rato procesando, no sé qué, dentro de mi cabeza.

—¡Lucas!, ¿qué haces aquí? —pregunto algo incomoda y confusa a la vez.

Lucas me da una sonrisa de oreja a oreja —Vine a visitar a mi novia y a pasar el día con ella —dice y a continuación me da un beso en los labios y se adentra.

No era que me molestara que mi novio me visitara, pero sabía muy bien que Lucas y Ana nunca se la han llevado y esto iba a ser todo un martirio y yo me encontraba en el medio.

Ana sale de la cocina con dos platos en sus manos y una sonrisa, pero aquella sonrisa se desvanece al ver a Lucas en la sala.

—¡Ana!, ¿Cómo estás?, no sabía que te encontrabas aquí —habla Lucas.

Claramente si lo sabía, ya que el día anterior le había contado que el fin de semana la pasaría con Ana.

Ana descarga los platos en la mesa —Estoy absolutamente extasiada de ver tu encantadora cara —dice Ana en sarcasmo.

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