Capítulo #12. Parte 3.

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La forma en la que el hombre me miraba hizo que todo el miedo en mi interior saliera a relucir.

Doy unos pasos intentando alejarme de él, pero entonces su mano se extiende de una manera veloz y con una fuerza exagerada me toma del brazo, haciendo qué suelte un chillido. Jaloneo en un intento de que me suelte y el dolor que proporciona la presión que está ejerciendo cubre más que la parte tomada por su mano y sube a mi hombro, se instala en mi pecho y llega a mi cerebro.

Desconcertada arrugó la frente y miro a todos lados, nadie nos observa en realidad y si alguien lo hace no le dio importancia. Aún sin saber por qué me duele la cabeza, siento ganas de acostarme un ratito, de descansar.

Cierro los ojos quedando en un sueño profundo.

Poco a poco siento el conocimiento volver a mí. Siento las lagañas en mis ojos y mi boca seca. Suelto un gran bostezo y con mi mano convertida en puño me entrego los ojos.

Entonces la miro, miro la palma de mi mano que está envuelta en una especie de yeso duro en medio, pero que me da la facilidad de moverla. Me sorprendo tratando de encontrar rastros del dolor que hace unas horas me apuñalaba con esos montones de espinas diminutas incrustadas en ella, pero puedo abrirla y cerrarla como si nunca hubiera pasado.

Estoy despierta, pero aun así siento como mi cuerpo quiere volver a recostarse, quiere volver a subirse en una oscuridad. Recuerdo todo: el bosque, las criaturas extrañas, los enanos, los colores vibrantes, al chico que no me quiso decir su nombre y por último recuerdo el antro, al hombre que estaba afuera y de repente apareció detrás de mí. Y de alguna manera inexplicable logró que un sueño profundo me invadiera.

Intento levantarme pensando que estoy en mi cama, en mi cuarto. Pero a veces la realidad nos golpea sin razón aparente, trayéndonos de vuelta a lo que tenemos que afrontar.

La negrura a mi alrededor hace que una punzada de inquietud me cubra, hace que la desesperación vibre en mi cuerpo y que miles de pensamientos donde nada de lo que está sucediendo va a terminar bien aparezcan en mi mente.

La madera debajo de mí es fría y hace que al yo intentar levantarme mis rodillas tobillos y brazos crujan como maleza quemándose.

Me apoyo de ambas manos en el suelo y con ellas, me impulso para levantarme. Cuando consigo estar de pie intento dar algunos pasos y en ello descubro que estoy en una habitación sin ventanas. Con una única puerta que está cerrada desde fuera.

Ese pensamiento llega a mí.

Estoy…

Secuestrada.

En algún momento, alguien entrará por esa puerta y me hará daño. Porque es lo que siempre sucede.

Y en este caso, la víctima…

Soy yo.

Me acerco a la puerta y sé que es de una madera fuerte, pero que los años la han hecho oscurecerse. Esta tiene una cerradura antigua, el hueco por dónde debería entrar la llave es muchísimo más grande de lo que lo son las cerraduras actuales.

Tan grande, que puedo ver a través de ella.

Con recelo de lo que pueda encontrar detrás de esa puerta, me agachó para quedar en cuclillas, lentamente acerco mi rostro a la abertura, cierro un ojo y con el abierto miro.

Con recelo de lo que pueda encontrar detrás de esa puerta, me agachó para quedar en cuclillas, lentamente acerco mi rostro a la abertura, cierro un ojo y con el abierto miro

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El conocimiento de lo desconocido. (Proceso).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora