Lo que algunos vemos de forma ridícula, para otros puede ser lo más apreciado de sus vidas.
No estaba de acuerdo con que él me estuviera ayudando, hace poco se encontraba junto a los que tenían apresada a Sarif y si mal no recuerdo quería acabar con la vida de ella.
—No vengo a pelear en tu contra —solto sin titubear y sin moverse.
—Eso no pareció cuando ofreciste matarla —revati sin muchos miramientos.
La seriedad se mantenía en su rostro y supe que abría algo o alguien que lo hizo cambiar de parecer.
Mi pecho estaba un poco agitado por la danza de matanza. Gotas de sangre salpicaban el rostro del chico, pero a pesar de todo se mantenía imperturbable su mirada helada.
—El rey Helegan ha mandado a por ella y va a apresar a cualquiera que se oponga a esa orden —las duras palabras solo me hicieron comprender que el lapso de tiempo que teníamos hasta que Helegan se enterara de nuestra llegada había acabado.
Otra vez el peso de las palabras de Omnisciente vinieron a mi mente.
—¿Y qué se supone que me debe importar las ordenes de un Rey que no tiene jurisdicción en el Reino amarillo?
Sí debería arreglar esto antes que todo se acabe y acabe con la vida de Sarif porque la verdad no sabría qué hacer si vuelve a desaparecer.
—No lo estás comprendiendo —soltó con impaciencia—. No podemos permitirnos que siga viva, si sigue viva Ginebra no le quedará más que esperar a que comience una guerra y a lo mejor sea está la última de todas.
Es evidente que este chico no me conoce, es evidente que no se da cuenta que me importa muy poco lo que le suceda a Ginebra o alguna de las personas que viven en ella si por mí fuera yo mismo acabaría con todos ellos antes que perder nuevamente a Sarif.
Desde que tuve la conversación con Omnisciente sigo sin entender por qué él se empeña en hacerme ver a Sarif como un ser despiadado. Ella nunca hizo daño a nadie, su familia nunca hizo daño a nadie, mi familia nunca daño a nadie y aún así lo único que obtuvimos fue la muerte por tratar de hacer el bien. Qué importaría que ahora hagamos algo que está bien para nosotros pero no tal vez también a los ojos de ellos. Yo nunca merecí morir y aún así acabaron con mi vida como si hubiera sido la peor persona de este planeta.
Nunca llegué a caer en las mentiras de nadie nunca permití que nadie cambiara mis movimientos de los objetivos que yo me planteé no iba a permitir que eso sucediera ahora y menos un recién llegado que nunca estuvo para ayudarnos, pero que ahora sí aparece para decirme que es lo que está bien y que es lo que está mal.
—Y quieres decirme el por qué de tanta sabiduría —comenté con sarcasmo.
—¿Es ella verdad? —Su pregunta me hizo arrugar el entrecejo.
—¿De qué hablas?
Cree que es Anleslines, pero no está seguro o no tiene pruebas.
—Es la hija legítima de los últimos reyes de honor del reino verde, tú te me haces conocido, pero según los registros te asesinaron el mismo día que la princesa desapareció.
Algunos flashbacks de aquella noche llegaron a mi mente y me perturbó la idea de saber que sí fue verdad y de que estuve muerto.
Las manos frías de Anleslines, su cabello dorado lleno de tierra y enmarañado. Cuando los soldados nos sorprendieron, el olor agrio parecido al azufre rondando el lugar y el metal de la espada clavándose en mi pecho.
El dolor, la inconsciencia, el despertar y la soledad.
Omnisciente siempre tuvo razón.
—Estás diciendo que ginebrianos que desaparecieron hace aproximadamente más de un millón de siglos estan apareciendo y que además una persona que se supone está muerta ha revivido.
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El conocimiento de lo desconocido. (Proceso).
FantasyDos mundos. Uno lleno de maldad y el otro convertido a ella, una chica con sueños atormentadores, un chico que la extraña y lleva un monstruo dentro. Una vida de sacrificios por una normal. Culpas, miedos, monstruo, poco amor y una sola oportunidad...