Capítulo #5. "No me arrepiento".

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Saben, fue fácil abrir la puerta de mi cuarto, bajar las escaleras, tomar las llaves con extremo cuidado y abrir la puerta para cerrarla detrás de mí. Hasta salir al encuentro con Chrislaen.

Explicar, hablar y expresar lo que siento fue lo difícil. Abrazarlo como si fuera mi amigo de toda la vida, llorar en silencio en su pecho, sentir sus apretones y sus...

-Vamos, Sarif desahógate -mientras sobaba mi espalda-. Vamos Sarif.

A veces uno cree que ha superado un momento o cosa. En mi caso esto, mi inocencia. Mi loca y torpe inocencia. Y sigues viviendo tu vida normal, como si nada a pasado. Nosotros aprendimos a ser así porque estamos acostumbrados a ver cómo las personas caen, se levantan, les duele, pero fingen "nada a pasado", mientras que en ti hay una bola pequeña de nieve que poco a poco va descendiendo y a medida que desciende más grande se hace, porque en el camino recoge más nieve, ósea más problemas, hasta que la bola se hace tan grande que es imposible de llevar y boom, explota, explota dentro de ti y te marca para siempre. Y aún así, decimos "nada ha pasado".

Ya ha pasado casi media hora. El suéter de Chrislaen está empapado de mis lágrimas. Estamos sentados debajo del árbol que está justo en el lado derecho de casa. La grama sirve de manta esta noche, el cielo lleno de estrellas es nuestro techo y el árbol nuestro espaldar. Nunca me había sentido así, tan llena de lágrimas para dar, pero a la vez tan feliz y reconfortada. En los brazos de Chrislaen. Él aún soba mi cabello, su barbilla en mi cabeza y puedo escuchar su respiración.

-¿Cómo te sientes? -le escuchó preguntar.

-Bien, mejor -gracias a Dios puedo hablar.

-¿Quieres hablar? -me pregunta.

Sí, quiero hablar. No sé por qué confió tanto en él. Pero lo hago.
Le conté todo desde el día en que conocí a Max, hasta cuando Rebeca empezó a burlarse de mí, de cómo me le declare, de como Lourdes me ponía los pies para que yo cayera, de las veces que me caí (en ese momento Chrislaen se echó a reír), el día en que según Max me había empezado a ver hermosa, de las veces que vi a sus amigos hablar, reírse y nunca darme cuenta por qué era estúpida e inocente. Relatándo el día de la supuesta fiesta, de las cosas que habían pasado. Ya estaba por finalizar.

-... Sabes Chrislaen -tengo lágrimas en mis ojos y mi garganta un poco obstruida-. Yo no sé qué hubiera pasado. Mentira -me retracte-, Chrislaen, sí sé lo que hubiera pasado. Si mi hermano Sebastián no hubiera llegado, si no le hubieran dado ganas de tomar alcohol y de bailar un rato -trague pesado-. Las cosas que me hubieran hecho. Cómo hubiera llegado a mi casa, como hubiera tenido ganas de morir, porque de que Sebastián le partiera la cara a todos, porque a pesar de que eran varios mi hermano y su amigo Richard le partieron la cara a todos esos malditos. Yo me quería morir, no he podido contarle esto ni a mamá, ni a papá y Neftalí solo sabe la verdad a medias. Solo Sebastián y Richard lo saben, y solo mi hermano supo como taparme con su suéter y abrazarme toda la noche. Ahora... ahora tú.

Él sonríe, pero es una sonrisa de tristeza.

-Perdóname -yo ya acababa de terminar de llorar. Él me abrazó-, perdóname -y empecé de nuevo, mientras lloraba lo mire y él también lo hacía. No igual a mí, pero lo hacía, no sé por qué, pero lo hacía. Nunca había visto a un hombre llorar-. Perdóname por no haber estado ahí para ti, por no haber estado cuando me necesitabas, por no ser yo el que le partiera la cara.

-Tranquilo, tú ni siquiera me conocías, ni siquiera sabías que yo existía -me encogí en sus brazos, estaba tan cerca de él, de su rostro.

Escuchar todo eso. Verla llorar así. Hoy me odio, me siento horrible. En la otra vida pasada de ella, ella había sufrido mucho más, pero yo había estado con ella, yo la había consolado. No sé por qué escogió está vida, no sé. Pero ya la encontré y no permitiré que otra vez la lastimen.

El conocimiento de lo desconocido. (Proceso).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora