once

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Deslicé mis dedos por mi maltratado samsung mientras leia las noticias del tal Jeon Woochan, nombre que me dio mi amiga Rosé esta mañana y dato del cual quede congelada.

No era que fuera una información terrible, simplemente me sorprendía saber que Jungkook era hijo de alguien tan poderoso e influyente. Y no podía evitar pensar que me lo había ocultado. Aunque sabía bien que de cierto modo, no tenia derecho a reclamarle nada. Era su vida.

Me quede pensativa mientras lo veía correr por el campus todo sudoroso, haciendo piques con una pelota de handball y pasando entre conos. Su camisa que si bien era grande se pegaba a su ancha espalda y oía a todas las adolescentes hormonadas suspirar detrás de mí como rapunzel buscando a su caballero.

Mordí mi manzana que llevaba unos días en la mochila. No me di cuenta hasta segundos después, que alguien se habia sentado a mi lado en ese mismo momento.

--¡Hola!

Mire a Irene tratando de no parecer asustada, aunque si lo estaba. Esta chica era rara por donde se la viera.

--Buen día. --opté por decir.

--¿También esperas a Jungkook?

¿Qué demonios...?

--Claro que no. Sólo espero a entrar a mi próxima clase.

--Oh, es que noté que lo miras muy concentrada.

¿Acaso era un planteo? ¿Eran sus celos marcando territorio?

--Oh, es que tiene un moco en la nariz. Es muy incómodo. --miento descaradamente haciendo que sus mejillas se sonrojen, más no dice nada.

--Los amigos de Jungkook también son amigos míos--dice de pronto, sonriendome amablemente--si algún día tienes un problema, puedes decirme, Lalisa.

--Gracias, lo mismo digo Irene.

Ella finalmente sonríe haciendo una mini reverencia, para luego despedirse de mí y bajar las gradas sabiendo que su clase de gimnasia esta por comenzar.

--¿Te gusta la vista?

Jungkook hace un movimiento con su brazo mostrando sus músculos. Yo de pronto, siento mis mejillas enrojecer de la vergüenza.

--¡Jungkook para! ¡No quiero que nos vinculen así!

Mi manzana a medio comer va directo a su cabeza. Un buen tiro del que podría estar orgullosa, Jungkook se queja del golpe y se sienta a mi lado.

--¿Qué hice ahora?

No contesto. Sólo miro a todas las chicas detrás mio muy disimuladamente, viendo que al menos la mitad me fulmina con la mirada y la otra mitad adquirio un semblante frio y sin expresión.

Mierda.

--¿Irás el sábado a la fiesta entonces?

--No lo haré.--dije de pronto--no tengo con quien dejar a Jae.

--Mi hermana puede cuidarlo.

--¿Cómo podría dejar a mi niño en manos de desconocidos?--pregunte enfadada, recordando qué tipo de calaña era su familia.

Eso pareció herirlo.

--Pero ella estuvo antes con Jae. También tiene un hijo de la edad de el...

--Pero yo no la conozco y hasta donde sé, tampoco se nada sobre ti.

Jungkook de pronto frunció el entrecejo.

--¿Esto es una amistad o un matrimonio con papeles?--volvió a escupir con furia.

--Tal vez ninguna de las dos ¿no?--sonreí irónicamente mientras salía dando zancadas de ahí.

(...)

Reflexioné mis palabras luego de tomarme una ducha y llegue a la conclusión de que me había pasado de la raya. Las emociones del momento me dominaron y terminé tratando mal a Jungkook por algo que sólo se podía hablar.

Suspiré sintiéndome mentalmente cansada. Me recosté en la pared de la ducha y dejé que el agua caliente siguiera cayendo por mi cabeza y hombros, tal vez solo asi podría sacarme el estrés que estaba acumulando sobre mis espalda.

De pronto, oigo un ruido. Pasos.

No le doy importancia, pero todo toma un rumbo diferente cuando oigo risas bajas, cómplices.

--¿Quién está ahí?--digo, tratando de sonar calmada.

Silencio.

Fruncí el ceño mientras cerraba la regadera. Acto seguido agarre la toalla y me la envolví sobre mi cuerpo saliendo descalza.

De pronto veo frente a mí 2 personas corriendo a toda velocidad con ropa entre las manos.

Mi ropa.

--¡OYE! ¡QUE HACES!--grite comenzando a correrlas sin éxito alguno. La toalla en mi cuerpo y el hecho de que estuviera descalza cobraba una gran desventaja para mi. Comencé a maldecir y a gruñir mientras las veia desaparecer por una esquina.

¡Malditas perras!

De pronto me invadió el miedo. ¿cómo saldría de aquí con una toalla? No había forma.

Me senté en un banco y me tape la cara rápidamente frustrada.

De pronto oigo pasos. Vuelvo a entrar en pánico mientras veo que la razón de esos pasos es Jungkook.

Me quedo congelada sintiendo la vergüenza apoderarse de mi. El se queda parado en la esquina mientras frunce el ceño mirándome de arriba a abajo. Quiere decirme algo, lo notó por su cara. Pero sólo atina a decir:

--L-lo siento. Creí que no habría nadie.

--Me acaban de robar la ropa.--digo, intentando que no suene más patético de lo que es.

El aire de pronto se siente extraño, tenso. El comienza a evitar mirarme mientras yo no puedo tener las mejillas más rojas.

Jungkook abre un casillero y comienza a sacar prendas de este. Acto seguido me lo arroja en el aire. Lo atrapo en el acto.

Lo miro confundida.

--Pontelo. Te veras rara porque es ropa de hombre, pero servirá.

Miro la ropa. ¿de verdad me voy a poner esto que es de Jungkook?

No tenía opción, además después de nuestra discusión sentia que no aceptarlo era ser una completa idiota.

--Gracias.

El comienza a buscar ropa en su bolso también. Sonrie apenas sin hacer contacto visual.

--No hay de qué.

--¿Qué haces aquí tan tarde, Jungkook?

--Entreno. Hago boxeo.

--Oh...

Luego, un silencio incómodo nos invade. Pero pronto Jungkook lo rompe.

--Si quieres puedes esperarme a que termine mi entrenamiento y te acompaño a casa. Es muy tarde para que estés caminando sola.

Algo extraño y cálido recorre mi pecho en el instante que dice eso.

No podía decirle que no. Se lo debía.

--De acuerdo.--sonrio levemente. Acto seguido entro a un baño para cambiarme de ropa.

STAY WITH ME | LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora