trece

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Me asegure de cargar el celular hasta el 100% y con el volumen al máximo por si ocurría alguna urgencia y debía estar atenta.

Ese día me encontraba nerviosa. Realmente no tenía porque hacerlo, ya que sólo conocería a su familia e iría a su casa por unas botas, no era una cita ni tampoco era obligatorio caerle bien a la familia de Jungkook.

Sin embargo sentia como se me revolvía el estomago. Hacía tanto tiempo que no hacía esto que simplemente mi mente no lo procesaba como algo normal.

Prepare a Jae para ir a la escuela y luego lo dejé en ella. Al volver me duché y me cambie esperando paciente a que Jungkook me avisara que estaba en la puerta de mi casa.

Me senté un rato en el sofá en silencio tratando de calmar mis nervios. Cuando se hicieron alrededor de la 1 de la tarde, escuche unos bocinazos.

Me levanté de golpe abriendo la puerta.

Esta vez, Jungkook había traído un auto descapotable que se notaba que era más caro que todo el sueldo ganado en mi vida.

--¿Te gusta mi bugatti?

Parecía un niño feliz y tonto cuando me sonreía asi.

--Estas demente para traer ese auto a este barrio.--lo regañé. Tranquilamente podrían robarle si quisieran.

--Sé que crees que soy un niño mimado, pero espero que cambies esa opinión de mí luego de ver mi entrenamiento.--bromeó.-- Si llegaran a hacerme algo, les patearia el trasero.

Me reí, más no quise llevarle la contraria. No quería ofenderlo y decirle que una cosa era la defensa personal y otra muy distinta, las armas y los cuchillos.

Aunque viniendo de alguien que lo experimentó en carne propia, tal vez no era justo juzgarlo de esa manera.

Cuando menos pude darme cuenta, Jungkook viajó tan rápido como pudo hasta su casa. Esta se encontraba en una pequeña y muy ostentosa residencia. Tuve que abrir una reja y luego cerrarla una vez que el auto ingresó. Recorrimos un pequeño camino en donde yo podía ver de forma fascinante la cantidad de espacio verde que tenía alrededor de su gran casa y los riegos automáticos. Flores de todo tipo y de vez en cuando alguna que otra fuente de agua.

Cuando finalmente estaciono el auto en su garage y nos dirigimos a una puerta que conectaba con la casa, sentí de nuevo las ganas de vomitar retenidas en el cuello.

--¿Estas bien?--preguntó Jungkook, notando mi estado.

--Claro.--sonreí.

Entonces, ambos entramos.

Lo primero que recibí, obviando la claridad y las enormes paredes adornadas con cuadros y muebles preciosos de maderas especiales en un suelo de cerámica brillante, fue a un niña y un niño correteando por el salón mientras jugaban con almohadas.

La imagen me sorprendió al instante, casi dejándome perpleja. Jungkook entonces me invitó a pasar, ofreciendome un vaso de agua.

--Llamare a mi hermana.--aviso, antes de subir por unas enormes escaleras y desaparecer.

No toque el agua, porque sentía dos pares de ojos mirarme la espalda. Volteé disimuladamente la cabeza y los miré.

Ambos niños dejaron de jugar para verme. El chiquillo de pronto tenia las mejillas rojas y miraba al suelo evitando mi mirada, muy al contrario, la niña me quitó la lengua en una señal clara de desagrado.

Le devolví el gesto intentando hacerla reir, pero muy al contrario, su rostro también se puso rojo. Soltó la almohada y se echó a correr.

--¡MAMAAAA! ¡LA NOVIA DEL TIO NO ME CAE BIEN!

STAY WITH ME | LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora