doce

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Me acurruqué sobre mi silla mirando con timidez todo el salon de entrenamiento a mi alrededor.

El salón de boxeo no era muy grande, pero era lo suficientemente impresionante para que me quedara mirando todo anonadada. Al parecer, Jungkook era el unico que tomaba clases a esa hora, por lo que éramos el entrenador, él y yo.

Le eché un vistazo a Jungkook disimuladamente viendo como los puños que daba en el saco de boxeo eran muy fuertes, resonando en esas cuatro paredes. Lo mismo con sus patadas o sus ganchos. Jamas hubiera pensado que Jungkook manejaba esa fuerza y esa frialdad fuera de su faceta de chico tranquilo, gracioso y enojón. Despertaba una curiosidad enorme en mi cuando lo veía posicionarse y detener el saco que andaba girando sobre si mismo, para luego respirar hondo, fijar su objetivo y atacar. Su postura era definida, su rostro estaba decidido y su mirada era fría como el hielo.

En una pelea de verdad, estaba segura que el transmitia miedo real a su contrincante. Su entrenador no le hablaba mucho, sólo lo veía en detalle para notar errores y corregirselos. Parecia muy profesional, sin embargo de vez en cuando, le gritaba. Sobre todo cuando notaba que su rendimiento comenzaba a bajar.

--¡NO EMPIECES A BAJAR TU NIVEL AHORA! ¡MANTENLO HASTA EL FINAL!

Y Jungkook volvia a ser el chico decidido y feroz que había visto antes.

Mire mi celular y me fijé si no tenia llamadas perdidas de Yuna, la nueva niñera de Jae. No vi ninguna, asi que por las dudas, los llamé.

--¿Hola?

--Hola Lisa. ¿sucede algo?

--¿Cómo está Jae? ¿todo en orden? ¿necesitas algo?

Casi la oigo reírse.

--No, puedes estar tranquila porque el señorito y yo estamos mirando televisión juntos. ¡De hecho se está durmiendo!

Sonreí sin poder evitarlo.

--Gracias Yuna. Sabes que por cualquier cosa, puedes llamar a este numero siempre.

--Claro, Lisa. ¡Cuenta con ello!

Dicho eso, nos despedimos y corte la llamada con una sonrisa.

Me miré a mi misma y me sentí extraña al tener la ropa de Jungkook. Las mangas de la campera sobresalían de mis manos y ni hablar de su pantalón al que le tuve que poner uno de sus cinturones. Jungkook era como 3 Lisas juntas en peso, por lo que era un cadáver andante con esta ropa. Ni hablar de el aroma a menta y a cigarrillos que tenía la ropa, que era tan fuerte y adictivo que en este mismo momento me estaba embriagando.

Justo cuando estaba guardando el celular, veo que el entrenador se acerca a mi a pasos lentos y tranquilos y me pongo nerviosa instantáneamente.

Su mirada era fría, pero al hablar se lo notaba cálido. Se sentó a mi lado y preguntó sin discreción:

--¿Eres la novia de Jungkook?

Sonreí, avergonzada.

--No señor. Sólo una conocida.

--Pues lo creo. Jungkook hace dos años que entrena aquí y nunca trajo a nadie.

Hice silencio, sorprendida.

--No lo sabía...

--Jungkook es alguien muy reservado, no creo que tampoco sea capaz de decirte eso.--rió-- pero... si algún día quieres aprender a entrenar, sabes donde encontrarme.

Dicho eso su mano terminó en mi hombro como si fuera un chico flacucho a quien proteger. Sonreí apenas.

--Lo tendré en cuenta señor. Gracias por la oferta.

--60 sentandillas, 50 flexiones con una mano y 20 minutos de trotes en el gimnasio. ¿ya podemos largarnos?

Jungkook de pronto le sonrió a su profesor mostrando todos sus dientes.  El mencionado lo miró alzando una ceja.

--No te hagas el chistocito solo para alardear frente a la chica. Me debes el doble de sentadillas mañana.

Jungkook bufó.

--Sonríe una vez, Namjoon. Te pondrás viejo pronto y sólo tienes 33 años.

Reí sin poder evitarlo.

Jungkook entonces me miró. Su cabello se pegaba a su cara, su rostro estaba rojo del esfuerzo y ni hablar de su ropa toda sudorosa. Sin embargo, sus ojos destilaban una chispa que hacia un gran contraste con todo lo demás. Se veía como un niño lleno de energía. No entendía porque cuando me miraba y hablaba y sus ojos se prendian de esa forma.

--¿Me ducho y nos vamos?

--Claro.--asentí.

(...)

Jungkook me hizo entrar a su auto y encendió la calefacción. De pronto comencé a sentir que mi cuerpo se destensaba y mi maltratado cuerpo que habia estado en la silla se amoldaba perfectamente con la silla del auto. Mis manos estaban agrietadas y rojas del frio, ni hablar de mí nariz en la que le caía agua por la alergia que me dió tener el pelo mojado en mi cuero cabelludo.

Parecía que en cualquier momento enfermería. Estaba hecha un desastre.

--¿Estas bien?

--Si...--musité.

--¿Y quién fue el que te robó la ropa?--preguntó,con un tinte molesto en la voz.

--No lo sé, unas chicas.--comenté de nuevo.

--¿Estas enojada? Me contestas cortante.--volvio a preguntar, esta vez herido.

Respiré hondo.

--No, Jungkook.--intenté sonreír pero salió más como una mueca--solo fue un dia agotador.

Un silencio nos invadió. Por lo que decidí romperlo rapidamente.

--No sabía que entrenabas. Eres impresionante.

--¿Lo soy?-- dijo esta vez, divertido.

Sonreí rodando los ojos.

--Si, lo eres.

Jungkook miró al suelo de pronto, como recordando algo triste. Su sonrisa comenzó a bajar poco a poco.

--Comencé a entrenar luego del día en el que mis hermanos fueron secuestrados.

Lo mire de pronto, entre sorprendida y angustiada.

--¿Qué?

--Quiero que sepas que me pone feliz de que me hayas acompañado al entrenamiento hoy y me pone feliz ver que fui capaz de mostrartelo.

Lo mire angustiada. ¿Porque de pronto me contaba todo eso? Y aún peor, no sabia que decirle. Decir un simple lo siento sonaba estúpido en esos momentos.

--Siento haberme enojado contigo.--confesé--me enteré de que tu padre es un político con mucho dinero, asi que me sentí un poco engañada.

--Creí que ya lo sabías desde que nos conocimos.--esta vez, el sonó un poco molesto. -- aún así supongo que tienes razón. No conoces a mi familia, yo estuve mal en tomar esa confianza que no tenía contigo. Sobre todo sabiendo que se trata de Jae.

¿Pero era así realmente? ¿De verdad no había confianza entre nosotros para este punto o yo estaba actuando como una idiota?

--Iré contigo el sábado.--dije de pronto.

Eso parecio sorprenderlo. Volteó la mirada hacia mi de golpe sonriendo, con sus ojos brillando de emoción.

--¿Lo dices de verdad?

Asentí con la cabeza sonriente. Parecia un cachorrito feliz.

--¿Tu hermana no tendrá botas lindas para prestarme? Si es que no se ofende, claro...

Jungkook sonrió en grande y yo sonreí a la par de el. Entendió lo que quise decir con eso. Entendió que yo estaba reconociendo mi error y que le estaba dando paso a nuestra relación para entrar en confianza al ir conociendo a su familia.

Para ser amigos. Realmente amigos.

STAY WITH ME | LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora