Capítulo 21

213 35 40
                                    


Eiden

~ - Eiden ¡Vuelve acá! - Gritaba mi madre.

Ella estaba haciendo un escándalo desde las puertas de la mansión mientras veía como iba bajando las escaleras de la entrada hacia mi coche para irme.

- ¡Ya te dije que no quiero ir a una estúpida cena! - Le exclamé. Teresa quería empezar a involucrarme en sus cenas empresariales pero aún me negaba a mis 18 años.

En unos meses me iré a Washington, por lo cual envés de desperdiciar tiempo en cenas con personas que desconozco prefiero disfrutar el tiempo que me queda a mi gusto. Una vez entrando a la universidad le diría adiós a todo lo que conozco, me enfocaría solamente en Índigo. Muchos me llamarían afortunado, dichoso por haber nacido con el apellido Windsor, pero jamás conocerían la carga y presión que conllevaría ser uno de esta familia.

Cordura, firmeza, superioridad. Los principales valores que nos inculcó nuestra madre a los 4 hijos herederos, preparados desde niños para lograr ser incluso mejor que nuestros antecesores. Quizás ya se entienda el porqué de la decepción de Teresa hacia Stela, la que se suponía tomaría las riendas de la empresa pero optó por dedicarse a algo totalmente opuesto. En cambio, Teresa siempre vio en mí las aptitudes necesarias para hacerme cargo de Índigo, pero según ella tenía que "desarrollarlas" para cuando tuviera la edad suficiente estaría preparado.

Conduje lo más lejos posible, estar solo siempre me ayudaba más desde que Dylan se había ido a la academia militar. No sabía a donde ir, solo conducía sin parar hasta llegar a una parte de la ciudad donde viven los de clase media. Llegué hasta donde había un parque, ya era de noche, todos ya estaban en sus hogares, bajé del coche y solo me recargué en él mientras bebía agua.

Disfrutaba la tranquilidad y el silencio que rodeaba el parque, pero mi atención se vio desviada hacia una chica quien estaba sentada a lo lejos en los columpios, me estaba dando la espalda por lo cual no se había percatado de mi presencia. Parecía ser que no era el único que disfrutaba de la soledad de la noche.

No tardando llegó otro coche con un grupo de 4 chicos, quizás de mi edad, alterando la paz con su música a todo volumen. Se bajaron del coche y pude notar que uno de ellos era quien los guiaba, era ese típico chico rubio que caminaba sintiéndose el rey del lugar. Le hizo la seña a los demás hacia la chica de los columpios, entre risas y empujones se dirigieron hacia ella.

- ¿Por qué tan sola preciosa? - Preguntó el rubio mientras la rodeaban entre todos.

- ¿No tienen otra cosa mejor que hacer? - Contestó.

Mi interés se incrementó al escucharla, lo común era que se alejara de ellos pero no lo hizo, envés los enfrentó. La única chica que conozco quien también sería capaz de eso es mi hermana Lia, parece una fiera cuando está enojada la condenada.

Ya estaba dispuesto a marcharme de ahí debido a que mi tranquilidad fue interrumpida, en cuanto mi mano agarró la manija del coche escuché a la chica exaltarse.

- ¡Aléjate de mí! ¡¿Qué no sabes respetar el espacio de los demás?!

- Tranquila nena, solo queremos jugar. - Insistió el rubio mientras los demás la toqueteaban por la espalda y brazos.

La chica se levantó del columpio y se proponía a dejar el parque pero el rubio logró detenerla tomándola del brazo. En mi mente me decía a mí mismo que abandonara el lugar y hacer caso omiso de la situación, pero, un sentimiento me decía que no lo hiciera.

- ¡Ya les dije que me dejen en paz! ¿O acaso quieren que grite para despertar a todo el vecindario? - Amenazó.

- Te divertirás, de eso nos aseguraremos. - Respondió el rubio con una sonrisa que reflejaba segundas intenciones. Todo el grupo la rodeó negándole irse, ahí fue cuando tomé mi decisión.

Alba: Una Luz de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora