Eiden
Podría pasar días enteros escuchando el asombroso latido del corazón del pequeño con tamaño de frijolito dentro del vientre de Audrey. Escucharlo por primera vez cambió por completo la visión que tenía sobre lo que quería hacer con mi vida. Mis anhelos ya no solo estaban sobre Audrey, ahora sobre nuestro hijo.
Ella me tomaba la mano mientras veía la pantalla con tanta ilusión. Sus preciosos ojos estaban llenos de alegría contemplando la pequeña figura, al igual que William, quien acompañó a la obstetra a hacer el ultrasonido en el hospital Harrison. También estaba emocionado por su nieto.
No he podido mantenerme apartado de Audrey desde que me dio la noticia de su embarazo. La convencí de quedarse a dormir en mi penthouse por las noches, haciéndome dejar de ir concurridamente a la mansión Windsor.
Tan solo había pasado una semana y apenas le daríamos la noticia a nuestros hermanos. Queríamos darles una foto del ultrasonido como revelación de la noticia. Audrey ya me había puesto al tanto de que mi hermana se había dado cuenta. Stela es una mujer muy observadora y le agradezco el que aún mantuviera en secreto la noticia.
—¿Quieres decírselos por separado? —Pregunté mientras íbamos de salida del consultorio. Puse mi mano sobre su cintura para mantenerla cerca, el deseo de estar cerca de ella había incrementado más.
—No lo sé, si se los digo por separado, ¿en qué lado quedaría Dylan?
—Dylan es tanto Harrison como Windsor —añadió William quien iba a nuestro lado—. Sugiero que sea en conjunto para evitar incomodidades, tampoco queremos que Dylan decida en qué lado de las familias está.
—Tienes un buen punto —asentí al igual que Audrey, la miré—. ¿Se los quieres decir hoy?
—Ya no puedo con la emoción.
Ver sus preciosas mejillas ruborizadas mientras sus ojitos se enchinaban al sonreír era como contemplar la Noche Estrellada de Van Gogh. No importa cuántas veces la hayas visto, es espectacular en cada uno de sus sentidos. La belleza de una obra de arte.
Esa misma noche, juntamos a nuestros hermanos en mi penthouse, habíamos considerado hacerlo en el departamento de Ian pero tomando en cuenta que seríamos 9 personas contando a Lily y a Livette, y sobre todo que 5 de nosotros éramos tan escandalosos como nuestro apellido, es que mejor optamos por mi lugar.
Los primeros en llegar fueron Dylan y Lia, ya me estaba acostumbrando a verlos más cariñosos entre sí. Lia me había comentado hace unas semanas de que William ya estaba al tanto, pero aún no hallaban un momento para decírselo al resto de la familia, sobre todo a Teresa.
Mi hermana sacó un vino del frigo bar donde conservaba algunos, se sirvió y nos ofreció a los tres. Dylan se negó, como siempre, y para ocultar alguna sospecha también me negué junto con Audrey. Ningún hermano sabía que todos se iban a reunir. A los pocos segundos Nathan llegó de la universidad.
—¡Dame! —Exigió a Lia con desesperación. Le quitó la copa y en un solo trago se lo acabó—. Necesito más.
—¿Qué diablos te ocurre Nathan? —Le regañó Lia, obviamente molesta porque a ella le gusta disfrutar el vino.
—Me prometí a mí mismo celebrar si sacaba la nota más alta de la clase en el examen de ayer —dejó caer su mochila en el sofá y sacó un paquete de papeles para mostrárnoslo—. ¡Contemplen! ¡De las 155 preguntas obtuve 152 correctas! ¡6 horas de examen! Ahora si me disculpas hermanita, beberé lo que nunca he bebido en mi vida, correré en boxers por las calles de Manhattan esta noche y amaneceré en algún basurero donde me encontrará nuestra madre.
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Alba: Una Luz de Amor
Romansa¿Alguna vez te han roto tan profundo hasta el alma? ¿Qué sería lo primero en tu mente si hubieran pruebas de que nada fue como creías que había sucedido? ¿Qué pasaría, si descubres que tu pasado está más presente que nunca? Amor. Dolor. Perdón. Exis...