Capítulo 42

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Audrey

El ritmo constante del monitor que marcaba los latidos de Lia era el único sonido en la habitación. Ella permanecía tranquila y en paz en su sueño. Le había tomado la mano y no planeaba soltarla hasta verla despertar. Mientras los Windsor manejaban la situación con la policía y sobre el estado de Nathan, yo me quedé aquí para no dejar a mi mejor amiga sola.

Ya era casi medio día, aproximadamente 12 horas desde el incendio de la mansión Windsor. No supe mucho sobre qué pasó en la mansión despues de venir aquí. Todo fue tan rápido y mientras más lo repaso por mi cabeza, más angustiada me siento.

Los vi.

Sé que los vi.

Recuerdo perfectamente que en cuánto Lia y Nathan cayeron, los bomberos corrieron a ellos junto con Eiden y su mamá. No me permitieron acercarme, pero antes de poder quejarme con el oficial, los visualicé. No muy lejos por la carretera vi al mismo hombre tatuado subirse a un auto y atrás de él venía Gael.

Sentí cómo se me fue arrebatado el aire, el irrefutable miedo que solía sentir al vivir con él volvió y se me arrebató el poder de pronunciar palabra alguna. La frialdad llegó hasta mis manos, que empezaron a temblar junto con mis piernas que amenazaban en caerse. De pronto me dio un ataque la cual no podía descifrar si era de miedo o pánico, lo único que sí sabía con certeza es que lloré.

El oficial alertó a Eiden quien llegó a mí con rapidez para tranquilizarme, creyendo que mi reacción había sido por todo el acto que se estaba incendiando ante nosotros. Despues de algunas horas, sin querer apartarme de sus brazos, logré encontrar un punto de enfoque de paz. Le dije a Eiden lo que había visto pero de alguna forma extraña lo descartó inmediatamente, insinuando que fue una alucinación producto de la angustia por el incendio.

Pero no, yo sé lo que vi. No fue una alucinación.

Ahora estaba una habitación parecida a la que tuve después del incidente con Gael, esperando a que Lia despertara. Dylan tampoco la ha dejado sola desde que llegó a Nueva York durante la madrugada, se había ido a Washington unos días ya que estaba planeando crear su propia agencia de seguridad privada. No esperó a terminar la llamada de William para regresar a la ciudad.

Ahora él estaba con el resto de la familia, sabía que indagaría sobre el incendio y tenía esperanzas en que si le decía sobre lo que vi, me creería.

De pronto sentí un apretón en mi mano, que sostenía al de Lia. Con un gesto fue despertando, tocó su cabeza mientras trató de levantarse, a lo cual reaccione rápido y la detuve.

—Lia —pronuncié a la vez que la tomaba del hombro, sin soltarla con mi otra mano—. Despacio, no te esfuerces demasiado —Me observó confundida y visualizó la habitación.

—Maldita sea —maldijo entre dientes con dolor—. No recuerdo qué pasó después de sacar a...—su mirada se abrió por completo—. ¡¿Y Nathan?!

—Tranquila. Tuvo quemaduras en la pierna izquierda pero los doctores dicen que sanarán con el tiempo. Por ahora está en reposo en otra habitación. Él está bien.

Una vez segura de que ella estaba tranquila, presione el botón en la pared que llamaba a la enfermera. Al llegar, llamó a un doctor quien enseguida revisó a Lia. Después de un rato llamaron a los Windsor.

No era de esperarse que el primero en entrar sería Dylan, por primera vez vi la carga de angustia y tristeza por lo ocurrido. Se apresuró a ella y aunque trató de ser delicado ni Lia pudo contenerse a abrazarlo con todas sus fuerzas. Al apartarse él la tomó por las mejillas analizando cada facción suya buscando alguna herida, la cual solo era un moretón en la parte derecha de su frente.

Alba: Una Luz de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora