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(Mei)


Me encontraba en un escenario delante de miles de personas que esperaban a que cantase una canción. Me dolía la cabeza, veía todo borroso y me sudaban las manos. Estaba segura de que me iba a desmayar si no llega a ser por el familiar e irritante sonido del despertador del móvil. Me levanté de golpe y paré el timbre para que Leire y Emma no se despertasen. Me quedé un momento sentada contemplándolas cómo dormían. Emma dormía profundamente, sus facciones, normalmente fruncidas por el mal genio, estaban relajadas. Se mostraba como la chica que creí que sería cuando apareció por la puerta, creativa, amigable, un poco cabra loca y abierta. Pero en realidad se mostraba como una chica eternamente malhumorada. Sabía que en el fondo era como yo la había descrito, yo soy muy buena adivinando el carácter de las personas; pero había algo que le había sucedido antes de llegar aquí que le había hecho encerrarse en su caparazón de ira continua . A mí me apetecía ser su amiga, pero la timidez me lo impedía, además no la iba a forzar; lo mejor era respetar su espacio. Leire murmuraba cosas incomprensibles. Tenía la melena castaña esparcida por la almohada de una forma nada glamurosa, como diría ella. Leire, al contrario de Emma, era como me la imaginé la primera vez que la vi. Una pija malcriada e irritante. Tenía la sensación que en el fondo era buena persona, solamente había que hacerla sacar su lado bueno. Eso era algo que mis dos compañeras de cuarto tenían en común, el que ambas ocultaban quienes realmente eran.

Me fui al baño a asearme. Puse los ojos en blanco. Leire había utilizado parte de mi balda para los botes de la ducha, pues en la suya no cabían, y en la de Emma no los iba a poner porque ahí ardería Troya. Me puse mi vestido favorito, uno con estampados de pequeñas flores que me llegaba por encima de la rodilla. Me recogí el pelo a medias y salí del baño. Casi me choco con Emma al salir. La saludé amablemente y ella me respondió con su habitual tono de "soy una malhumorada". Miré a la cama de Leire y no me sorprendió ver que mi otra compañera siguiera durmiendo.


Siete y media de la mañana, aún me quedaban tres cuartos de hora para desayunar algo en la cafetería y llegar a la presentación de la carrera de Medicina. Salí de la habitación. Había poca gente por los pasillos y en la cafetería, así que no tuve ningún problema al pedirme un café solo y un cruasán. Me senté en una mesa apartada desde la que se podía ver toda la cafetería. Como no tenía nada más que hacer me puse a observar a la gente. Me gustaba mirarles y analizar pequeños detalles que indicaban que tipo de personalidad tenían y que estilo de vida llevaban. Mi mirada cayó sobre un chico apoyado en una de las mesas. Aparentemente no tenía nada de especial, pero a mí me llamó la atención. Parecía el típico chico malo, de estos que te los cruzabas por la calle y te cambiabas de acera por el mero hecho de no cruzártelos. Iba vestido con una chaqueta de cuero, camiseta blanca y vaqueros azules. Imponía. Demasiado. Era alto y corpulento, lo sabía porque la camiseta era ajustada y se le marcaban los pectorales. Mientras miraba al móvil me fijé que su pelo castaño con reflejos dorados no estaba del todo peinado, estaba descuidado, pero a él le quedaba muy bien. Levantó la mirada del móvil y se puso a buscar a alguien por la cafetería. En el momento en que aquellos profundos ojos marrón chocolate se posaron en mí se me cortó la respiración. Me obligué a apartar la mirada y a hacer como que miraba el móvil. Cuando levanté la mirada él seguía buscando por la cafetería. ¿Qué me había pasado? Me había quedado sin aliento cuando aquel chico tan solo me había mirado un instante y al siguiente había pasado de mí para seguir buscando a otra persona. Esto no era normal, nunca me había sucedido nada parecido. Me prometí a mí misma que no volvería a suceder.


Me dirigí a los laboratorios de Biología. Allí nos harían la presentación del curso : quién sería nuestro tutor de carrera, qué asignaturas tendríamos,...  Al entrar por la puerta comprendí el porqué de la presentación en un lugar tan pequeño; éramos diez personas en la carrera de Medicina. Me senté en un taburete libre al principio de la clase y esperé a que apareciese mi futuro tutor.

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