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(MEI)

El chico que había saludado a Víctor iba vestido con una camiseta sin mangas, que dejaba al descubierto sus musculosos brazos cubiertos de tatuajes, y con unos pantalones negros con el tiro bajo. Su pelo rubio le llegaba justo por encima del hombro; llevaba una dilatación en la oreja derecha, tenía los ojos de color miel teñidos de fría maldad. Era bastante alto, tanto como Víctor. Entre su altura y su gesto frío, su presencia imponía bastante. Era como mi amigo, en algún aspecto; por ejemplo, eran los típicos chicos que al encontrártelos por la calle, cambias de acera por el simple hecho de no cruzarte con ellos. En cambio, una cosa de la que estaba segura, era que ese chico no sería tan amable como Víctor si lo conocías más a fondo.

Mi compañero se puso rígido. Me extrañé un poco.

-¡Hey, Sergio!- se chocaron los puños a modo de saludo- ¿Qué tal, tío?

-Bien. Hace tiempo que no nos vemos-dijo con una sonrisa de plástico.

-Ya, tío. He estado con exámenes y clases particulares- cuando dijo eso último me miró rápidamente y me dedicó una pequeña sonrisa.

Miré hacia abajo y por mi cara se extendió una sonrisa tímida.

-Pues venía a decirte que vamos a quemar cubos de basura cerca del ayuntamiento. ¿Te vienes?-le preguntó Sergio señalando hacia atrás.

Me giré y vi que detrás del cristal de la entrada, había un grupo de diez chicos; todos con unas pintas como las de Sergio.

A Víctor le cambió el gesto, se puso serio de repente.

-Lo siento tío, pero estoy ocupado-dijo en un tono un poco borde mientras me señalaba con la cabeza.

Sergio, por primera vez desde que entró, posó su mirada helada en mí. Un escalofrío me recorrió la espalda, pero conseguí sonreír sin que se me notase nada. Se empezó a reír falsamente. Víctor y yo le miramos, confundidos.

-Así que ahora te dedicas a ganarte a empollonas para copiarte en los exámenes-dijo.

Vi como Víctor apretaba los puños por encima de la mesa.

-Claro, como ya no estás con Eli-sonó un poco a reproche-, te puedes tirar a cualquiera para sobornarlas-se siguió riendo-. Incluso a las vírgenes-y se quedó mirándome.

Mi cabeza empezó a dar vueltas. ¿Víctor solo era amable conmigo por los estudios? La verdad era que no me sorprendía, ya me lo había planteado alguna vez. Pero oírlo en boca de otra persona me dolió. Le había contado cosas personales, había confiado en él; y todo en vano, pues lo único que quería era utilizarme.

-¿Qué acabas de decir?-preguntó Víctor en un tono peligroso mientras cogía el vaso para beber.

-Que debe ser divertido quitar la virginidad a ratas de biblioteca como ésta.

De repente el vaso que estaba en la mano de Víctor estalló. Me quedé de piedra y, por un instante, Sergio también. Había roto un vaso de cristal con una mano. Sus ojos estaban llenos de rabia. Se estaba tratando de controlar, pero se notaba que no le faltaba mucho para explotar.

-Tío, pero ¿qué te pasa?-dijo inocentemente. Una sonrisa maliciosa apareció por su rostro-. ¡Vaya! Te jode que te lo diga ¿eh?-se atrevió a decir. Estrechó los ojos, como si se hubiese dado cuenta de algo-. ¿O es que te jode que insulte a esta empollona?-dijo señalándome con la barbilla.

Sin previo aviso, Víctor se levantó de sopetón, tirando la silla y haciendo que todo el restaurante se girase ante el estruendo. Yo estaba bloqueada, no sabía qué hacer. Ya le había visto, en la época en la que nos llevábamos mal, aunque en aquellos tiempos era yo la que se sentía amenazada por él y me atrevía a reaccionar; en cambio, en ese momento sabía que si decía algo la situación podría cambiar y volverse un completo desastre... O no.

ThreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora