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(LEIRE)

Es cierto, hay días en los que por más que salga el sol todo sigue en tinieblas.

Noté que me había despertado. No sabía qué día era, pero a través de la ventana vi que el sol brillaba con fuerza. Cerré los ojos y me obligué a dormirme otra vez.

El beso de mi madre en la frente fue el que me despertó por segunda vez. Abrí los ojos poco a poco y enseguida recordé todo lo que había pasado.

-No tengo hambre-murmuré contra la almohada.

Ella pasó una mano por mi espalda y me acarició con delicadeza.

-¿Tampoco quieres hablar?-me preguntó despacio.

Sabía que no quería presionarme y, a la vez, que supiese que estaba ahí para mí.

-Puedo llamar a tus amigas o tu hermano. Si con ellos puedes desahogarte los...

-Mamá-la interrumpí-. Está bien. Se supone que tengo que pasar por todo esto para poder olvidarlo.

-¿Olvidarlo?-preguntó con una media sonrisa cargada de tristeza-. Un amor así nunca se olvida. Puedes resignarte, incluso puedes superarlo-me miró fijamente y acarició mi mano-, pero olvidarlo no.

Me mordí un carrillo y noté cómo la vista se me nublaba por las lágrimas. No quería hablar, sabía que si abría la boca acabaría llorando.

-Tengo a mis dos hijos con el corazón roto y me siento inútil. Ninguno de los dos queréis hablar-suspiró-. No sé qué hacer.

¡Es verdad! Mi hermano. Me había olvidado por completo de que estaba en una situación parecida a la mía. Me incorporé poco a poco y apoyé la espalda en el cabecero de la cama.

-Simplemente necesitamos tiempo.

Coloqué mi mano encima de la suya y desconecté mis pensamientos. Apagué esa parte de mí que sólo pensaba en correr hacia Luke y refugiarse en él. Tenía miedo de que esa sensación nunca se acabase. Sabía que todo era muy reciente pero no sabía si podía existir una salida de aquel estado. Lo único que sabía con certeza era que él se había ido y yo me había quedado.

Cuando volví a abrir los ojos, el sol ya no brillaba y el cielo estaba opaco. Solo entonces me sentí un poco más cómoda, ahora todo concordaba con lo que sentía por dentro.

Cogí mi móvil y lo revisé. Tenía varios mensajes y llamadas perdidas de mucha gente pero de él no había nada. Antes de lanzar el móvil fuera de mi vista, le mandé un mensaje a Mei diciéndole que iba a pasar unos días con mi hermano y con mi madre, que todo marchaba bien. No es que no confiara en ella pero no me apetecía tener que contar lo de Luke, porque eso significaba tener que recordar cada detalle y eso dolía. Dolía mucho.

Entré en la habitación de mi hermano y le vi sentado en la cama. Levantó la vista en cuanto me oyó entrar.

-Hola-saludé sentándome en frente de él.

-Hey-me respondió con un amago de sonrisa.

Estaba despeinado y grandes surcos le rodeaban los ojos. Verlo así me recordó las ganas que tenía de tirarle del pelo a Emma.

-¿Cómo estás?-me preguntó colocando su mano sobre mi pierna.

-¿Y tú?-respondí mirándolo.

Quería ahorrarme las preguntas de protocolo. Ambos estábamos hundidos, no hacía falta explicar el porqué.

-Mamá me ha contado lo de Luke y...

-Shh-le interrumpí cerrando los ojos-. No quiero hablar de eso.

ThreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora