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(MEI)

Había pasado una semana desde que le había gritado a Víctor y no había vuelto a ninguna de las clases con él hasta que Néstor se presentó el viernes en mi habitación y me pidió que ayudase a Víctor, que le diese una última oportunidad. Durante esa semana había sido todo rutinario: me levantaba, iba a clase, comía en la mesa que nos habíamos adjudicado en la cafetería con Emma y, a veces, con Leire, el tiempo en el que se suponía que tenía clases con Víctor lo aprovechaba o para estudiar o para ensayar con Emma canciones y a quitarme el miedo escénico, no habíamos avanzado mucho, por último cenaba y me iba a dormir.

Era lunes por la mañana, me encontraba con Emma en la cafetería desayunando, estábamos las dos en plan zombi; sobretodo yo, no había dormido nada porque tenía dolores de cabeza. De repente llegó Alan. No me enteré mucho de la conversación, solo sabía que Emma se iba con él a hacer pellas o no sé qué. Me di cuenta que Emma estaba mucho tiempo con Alan. "Qué raro" pensé.

Después de las clases me dirigí a la biblioteca a las puñeteras clases con Víctor. No sabía por qué me dejaba convencer para eso. "Soy demasiado buena persona" dije para mí, irritada. Me prometía a mí misma que si Víctor se pasaba de la raya le pararía los pies como lo hice la última vez.

Cuando llegué Víctor estaba morreándose con su novia en la mesa en la que nos poníamos normalmente. Bueno, morrearse no es la expresión que yo usaría, estaban, literalmente, haciendo una competición de haber quien metía más al fondo la lengua. Ella iba con unos pantalones que podían pasar por bragas y una camiseta con tanto escote que se le podía ver el sujetador negro de encaje. Él, en cambio iba con unos vaqueros y una camiseta de su fraternidad Delta, era solo para chicos; a la que iba también Alan. Me acerqué con paso decidido. Me planté al otro lado de la mesa y carraspeé. Víctor y su novia, Eli creo, se alejaron un poco y me miraron con cara de asco por haberles cortado el rollo. Eli se levantó, le dijo algo al oído a Víctor, que hizo que éste se riera un poco, y se fue, no sin antes darle un beso y dirigirme otra mirada de asco y superioridad Me puse un poco colorada y bajé un la cabeza. Saqué las cosas.

-A ver, la semana que viene tenemos examen de Anatomía-dije y empecé a contarle los temas que entraban.

Se puso con el móvil y no me hizo ni caso. La ira volvió a salir de su escondite, pero logré controlarla.

-¿Podrías dejar el móvil? Te estoy tratando de explicar algo-dije en un tono borde. No sabía de dónde había sacado la fuerza para decirle eso, pero lo que sí sabía es que su mera presencia me cabreaba y me ponía de mal humor.

-Cállate un momento, me estás dando dolor de cabeza-me dijo sin apartar la mirada del móvil.

-¡Estoy aquí porque me lo han pedido, para ayudarte y que pases de curso! ¡Esto me quita mi tiempo libre, así que podrías mostrar un poco de interés!-dije elevando la voz.

-Te he pedido que te calles de una puta vez.

Ahora sí que no pude frenar el enojo. Me puse de pie tan bruscamente que se cayó la silla. Conseguí su atención. Bueno su atención y la de toda la biblioteca. Intenté no pensar que era el centro de atención.

-¡Se acabó! ¡Estoy harta!- cogí mis cosas y me dispuse a irme-¡Y la próxima vez que quieras hablarle a una persona le dices a tu madre que te enseñe modales!

Se levantó de un saltó tirando también su silla. Dio un puñetazo a la mesa, que yo no sé cómo no se partió de lo fuerte que le había dado.

-¡Ni se te ocurra volver mencionar a mi madre!- me gritó mientras se me acercaba amenazante.

En sus ojos chocolate había tanta cólera que me asustó y no conseguí moverme del sitio. Definitivamente éramos el centro de atención de toda la biblioteca.

ThreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora