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(Leire)


Estaba llegando a la habitación, cuando la canción de "Wings" de Birdy comenzó a sonar, eso me avisó de que alguien me llamaba al móvil. Lo busqué en mi bolso. Mi padre. Contesté.

-¿Ahora ya tienes tiempo para tu hija?-pregunté.

-Sabes que soy un hombre muy ocupado-se excusó pobremente.

-Sí, lo sé-respondí a regañadientes.

-A tu habitación están de camino unos dependientes de una tienda de muebles. Antes me ha parecido que te has quejado de la habitación, espero que eso te facilite las cosas; aunque sea un poco-me explicó.

Seguramente pensaba que con ese pequeño regalo todo se arreglaba. Agradecía sus esfuerzos, pero no podía hacer mucho en contra de su personalidad.

-Ayudará algo-dije poco convencida.

-¿Es la 333? Nana me ha dicho eso.

-Así es.

-¿Estás bien?-preguntó con un matiz de preocupación.

-No-me disponía a contarle todo lo ocurrido, pero me interrumpió.

-Cielo debo dejarte.

Asentí y colgué sin decir nada más. Siempre pasaba lo mismo, en la vida de mi padre era primero el trabajo, y luego la familia; primero el dinero y luego los sentimientos. Así me había educado a mí, pero esos ideales no acababan de establecerse del todo en mí. Guardé el móvil y busqué las llaves de la habitación. Abrí la puerta de mi habitación, ninguna de las chicas estaba, ni la guiri amargada ni la niñita buena. Dejé el bolso en mi cama, me cambié de ropa y me hice una coleta alta. Los dependientes de la tienda no tardarían en venir con los muebles. Mi móvil volvió a sonar, esa vez la melodía sonó muy poco tiempo, así que, adiviné que sería un mensaje; lo cogí y lo miré.

Alan: "¿Me paso luego a tu habitación para ver como esta mi chica preferida? Es la 333, ¿no?"

"No puede ser" pensé sorprendida a la vez que horrorizada, "Él no, por favor. Me costó mucho pasar página y olvidarlo. No puede volver a aparecer en mi vida como si nada. Me hizo daño, pues yo pensaba que le importaba, pero no era así."

Borré el mensaje e intenté tranquilizarme. Alguien llamó a la puerta, dejé el móvil en la cama y abrí. El chófer se encontraba ahí.

-Antes de que empieces a ponerte histérica, he venido aquí porque tu padre me ha llamado diciendo que si podía guiar a los dependientes de la tienda de muebles hasta tu habitación-puso las manos delante suyo, como para protegerse de un misil-. No quise contarle que había dimitido porque no me parece bien que paguen justos por pecadores ¿no?

Pasó a la habitación echándome a un lado. Los dependientes empezaron a entrar con muebles, un armario rosa, una alfombra rosa, un sofá rosa, una tv de pantalla plana táctil (supe que era táctil porque leí la caja que la traía).

-La televisión la montáis vosotros, ¿no?-dije mirando a uno de los dependientes.

-Sí-respondió él poniendo una sonrisa de medio lado.

Por la puerta apareció Emma con aspecto poco amable, vamos, su aspecto normal.

-¡¿Qué es todo esto Leire?!- gritó Emma.

-Mm... Se llaman tele y sofá- dije con mi tono normal de superioridad que solía utilizar cuando hablaba con esa guiri-. Aquí se ven programas, películas, series...- dije señalando la tele - y esto sirve para sentarse...-señalé al sofá.

ThreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora