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(EMMA)

Me costó mucho volverme a dormir, no dejaba de darle vueltas al por qué se había ido Alan aquella noche. Me despertó la luz que entraba por la ventana. Hubo un momento de la noche o de la mañana, no sabía exactamente en qué momento, en el que oí a alguien entrar por la puerta. Pensé que era Alan, que venía a terminar lo que empezó, pero al abrir los ojos me hallé sola en la habitación. Miré el reloj y eran las diez por lo que deduje que todos debían de haberse ido a clase. Llevaba ya unos días en el hospital y estaba harta de estar parada. Era una persona muy activa y el hecho de estar todo el día en una cama de hospital no ayudaba mucho a mi ánimo. "Decidido, en cuanto salga de aquí, volveré al grupo" me prometí. Con cuidado de no lastimarme llegué al baño y comencé a peinar mi alborotada melena que me llegaba dos centímetros por encima de la cadera, demasiado larga. Era hora de un corte de pelo. Sé que puede parecer una locura, pero siempre me había cortado el pelo a mí misma y me queda perfecto así que, ¿qué sentido tenía gastarse dinero en una peluquería? Me di una ducha caliente para despejarme y para que me ayudara a dejar de darle vueltas a lo de Alan. Ya con el pelo mojado y bien peinado, cogí las tijeras de peluquería que Leire se había dejado y comencé a cortar. Me quedó justo como lo quería, unos centímetros por encima del ombligo. Volví a la cama resoplando. "Solo dos días más" me animé. Encendí la tele. La película de "Tiburón" seguía metida. La noche anterior no vi más que los quince primeros minutos así que la volví a poner. Era tan mala como me imaginaba.

Sobre mediodía Leire asomó la cabeza por la puerta.

-Toc, toc, ¿se puede?- antes de darme tiempo de contestar añadió -. ¿Para qué pregunto? Voy a entrar igual- encogió los hombros. No pude evitar reírme -. He venido a evitar que acabes con tu vida a causa del aburrimiento- dijo en un tono dramático y exagerado.

-Menos mal, la ventana abierta estaba empezando a tentarme- contesté.

Leire soltó una carcajada, dirigió su mirada a la tele y me miró con expresión de "¿En serio, Emma?".

-¡Vaya! Sí que estas aburrida- puse los ojos en blanco.

Me levanté a cerrar la ventana ya que refrescaba bastante.

-¡Eh, te has cortado el pelo! Me gusta.

Reconozco que me sorprendí. La situación era surrealista, Emma Owen y Leire Millar en la misma habitación, solas, sin discutir y ella haciéndome un cumplido.

-Gracias- sonreí.

-Bueno, ¿qué quieres que hagamos?- preguntó.

-Tú eres la salvadora, decide tú- se quedó pensativa.

-Mm, no te dejan salir, ¿no?- resoplé.

-Que va, hasta pasado mañana nada.

-Pienso montar una fiesta el jueves cuando salgas. Lo digo en serio, el viernes no hay clase así que...

Al final Leire le había cogido el gusto a eso de las fiestas universitarias en las que no había que ir de etiqueta.

-Me parece perfecto-sonreí.

-¿Pedimos pizza?

Leire pidiendo pizza, ¿quién era esa chica y dónde estaba Leire?

-¿Crispi chicken?- propuse.

Como si le hubiera leído la mente, entornó los ojos y se relamió los labios que formaban una sonrisa. En lo que sacaba el móvil pregunté:

-¿Y Mei?

-Tiene clase particular con Víctor y no le daba tiempo a venir- me quedé pensativa mientras Leire pedía la pizza.

-En un cuarto de hora la traen- me informó

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