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(EMMA)

-Emma, arriba- me zarandeó suavemente Mei.

Solté un gruñido pegada a la almohada.

-Vamos, no puedes quedarte aquí todo el día- dijo enérgicamente.

-Sí que puedo- gruñí de nuevo sin abrir los ojos. Maldita resaca.

-¿Quieres echar a perder todo el día en la cama?- la miré de reojo cruzarse de brazos.

-No, quiero morir- y dejé caer bruscamente mi cabeza contra la almohada.

Mei se rio divertida.

-Me temo que eso no va a ser posible, tenemos clase.

-Shh- la corté-, ¿tengo yo pinta de que vaya ir a clase?- dije señalándome vagamente.

-No, la verdad que no- dijo Mei en una risilla -. Aunque dudo de si es la resaca el único motivo por el que no quieres ir a clase- dijo.

"Genial, estupendo, Mei, tú recuérdame a Alan".

-Ala, ya has abierto el cajón de mierda, ¿te has propuesto amargarme el día? ¡Déjame agonizar en soledad, por Dios!- dije dramáticamente.

Mei estaba a punto de llorar de la risa.

-Bueno, vale, me voy a clase. Luego me paso a verte. Chao- se despidió.

La correspondí con un gruñido. Traté de volver a dormirme, pero fue imposible. Frustrada, me tumbé boca arriba mirando el techo blanco. No recordaba mucho de la noche anterior, pero si cosas importantes como que el que hasta entonces había sido mi mejor amigo me dejó tirada en medio de la nada, de noche y con un pedo tremendo. Cogí el móvil y me metí en Whatsapp. Fui directa al chat de Alan y pude comprobar que había cambiado su foto de perfil. Nuestra foto, en la que yo salía la oreja de manera divertida y él riéndose a carcajada limpia, había sido sustituida por una suya en blanco y negro. La foto era tremenda y sí, me derretía, aunque, en aquel momento, el cabreo que sentía superaba aquella foto. Y, para mejorar, su estado: "Hay personas que nunca cambian...". Menuda indirecta más directa.

-Gilipollas- dije en voz alta.

Decidí que era hora da cambiar la mía con él y me puse una foto con mi grupo de amigos de California. Esa foto era increíblemente valiosa para mí. Éramos unos diez o así. Algunos chicos salían cogiéndonos a caballito a las chicas y el resto salía de rodillas o sentados en el suelo. Algunos poniendo muecas, otros sonriendo, otros riéndose,... "Ese fue un gran día" pensé mientras soltaba un suspiro. "There's no place like home". Por primera vez en mucho tiempo desde que estaba en Madrid, deseé volver a mi hogar, donde todo era más fácil, donde estaban mis amigos, mi familia y mi vida. No en Madrid. Solté un resoplido apartando ese pensamiento de mi mente.

Me vestí rápidamente con unos jeans, una sudadera grande y mis New Balance para bajar a por un café, ya que por la hora que era no compensaba desayunar. Me senté en una mesita de la esquina junto a la ventana con mi libro "Marina" de Carlos Ruiz Zafón. Al poco rato tenía en mis manos una gran taza de café humeante que olía de maravilla. Estaba tan concentrada en mi libro que no me di cuenta de que Kevin había entrado en la cafetería y se había sentado enfrente mío.

-Tierra llamando a Emma- dijo agitando la mano sacándome de mi mundo literario.

-Perdona, no me había dado cuenta de que habías entrado - dije con una sonrisa amable.

A pesar de todo lo que había pasado con Kevin, me caía bien y era mi amigo.

-Ya, ya veo- dijo devolviéndome la sonrisa.

ThreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora