Eugene

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Sabía que me manipulaba. Desde el inicio lo hizo y nunca le dí importancia, esto dado que me daba igual lo que quisiera de mí... Solo quería divertirme, y pensé que unirme a él y a este mundo podía darle sentido a mi vida.

Al inicio fue increíble.

Ser su asistente era enterarme de todo, y como buena chismosa, era genial saber tanto de las personas como de las situaciones de las filiales.

Estar detrás de él observando las peleas y nunca resultar herida.

Nadie podía tocarle ni un pelo a la secretaria de Eugene.

Ya sea Mandeok o su hermano, me protegían y nunca dejaban que pusieran una mano encima de mí.

Era perfecto.

Hasta que por curiosidad, empecé a detallarlo a él.

Un día como otro, estaba de pie al lado de su escritorio. Su rostro de repente se me hizo llamativo.

Él no era luchador, se le notaba. Pero era atractivo a pesar de verse como el típico nerd de secundaria... ¿La diferencia? Su ingenio e inteligencia lo hacían ver jodidamente atractivo ante mis ojos.

Era impresionante como sus palabras me dejaban babeando por horas solo por escucharlo hablar.

Maldición.

— Eugene...

— No te alteres, está todo planeado. —me sonrojé como siempre.

Era obvio que ya tenía todo previsto, era Eugene.

— Deberías acercarte, estarás más segura.

Lo hice tal y como dijo.

Es Eugene, ya sabe que me gusta, ya sabe que babeo por él... Ya sabe que me tiene en la palma de sus manos.

¿Me molesta? Un poco, ya quisiera que me prestara la atención que quiero, pero también sé que tengo privilegios de su parte al ser su secretaria.

Paso mucho tiempo con él, más de lo que cualquiera podría estar con una persona.

Hasta lo veía más que a su propio hermano.

— Me rendiré.

Sí, una privilegiada... Pero duele mucho tenerlo tan cerca y no poder hacer nada, solo me lastimo siguiéndolo todos los santos días.

— Te compraré la Swich esa que querías.

— No es por eso... —me sonrojé.

Nunca le pedía nada, debió darse cuenta que me fijé en el juego en una de nuestras tantas salidas.

Espera... ¿Me ha estado mirando?

La batalla frente a nosotros llegó a su fin, y como era de esperar, ganamos sin mover ni un dedo. Bueno, Mandeok y Yuseong eran fuertes e hicieron todo el trabajo.

— Nos vamos.

— Yo... Me quedo aquí.

Eugene detuvo su caminata, volteó a verme y sonrió. Esa maldita sonrisa que me dice que yo... No soy necesaria, esa sonrisa que siempre le regala a todos para demostrar que es superior a los demás.

Duele.

— ¿Sabes por qué eres mi secretaria?

— ¿Le ayudo con el papeleo? —él atinó a reírse un poco.

— Me ofende un poco que creas que no puedo hacerlo solo.

Agaché mi cabeza, avergonzada.

— No seas tonta, vámonos.

Tengo ganas de vomitar, quiero llorar.

Se acomodó sus lentes y puso sus manos en sus bolsillos, esperando a que fuera a su lado.

— Eugene...

— Te quiero. —soltó sin más— Te quiero conmigo, y sabes cómo soy con las cosas que deseo.

Tragué saliva, aún en mi sitio. Me acaba de tratar como un objeto, básicamente. ¿Pero no sé estaba confesando a su modo también?

— Me conoces mejor que nadie.

Sí... Me estaba manipulando otra vez, lo sé.

— Voy, Eugene. No sé en qué estaba pensando.

Lo alcancé y acomodé la carpeta que siempre llevaba bajo mi brazo.

— No hay problema.

Y también sabía de lo que era capaz.

Si tanto me quiere con él...

¿Por qué se lo impediría?

— A propósito, tu medicina está causando efecto.

— Mi... ¿Medicina? No recuerdo que estuviera tomando nada. —dije un tanto confundida.

Eugene me sonrió mucho más grande, como si le divirtiera la conversación. Cosa que era extraño... ¿De qué medicina está hablando?

— Sí, de ahora en adelante te recordaré cuando debes tomarla. —no entendía del todo, pero asentí a lo que él decía— Es para la memoria, tú me lo pediste.

— Ya veo, si siento que he estado olvidando ciertas cosas...

Una vez que llegamos al edificio, hizo que los demás se retiraran de su oficina.

Yo solo dejé los papeles en su escritorio y me paré a su lado, como siempre.

— ¿No sientes nada distinto?

— ¿A qué te refieres?

— Te gusto. —me atraganté con mi propia saliva al escucharlo decir esas palabras.

Osea, es cierto, pero no pensé que fuera a mencionarlo nunca.

— ¿Qué tanto?

— Eugene, no creo que...

— He preguntado algo.

— Demasiado.

— ¿Hasta que punto?

— No podría vivir sin usted.

Él sonrió y siguió como si nada con su trabajo y su papeleo. Esta vez no lo ayudé, solo me quedé pensando en lo que había dicho... Es cierto, me gustaba mucho.

Y no sé que habría sido de mí si me hubiera rendido.

¿No volver a verlo?

¿Acaso estaba loca?

— Sí está funcionando...

— ¿Qué cosa?

— La medicina.

— No noto la diferencia.

— La hay.

Bueno, confiaré en él.

Es imposible para mí, no confiar en la persona que amo.

Un pequeño dolor de cabeza me sacó de mis pensamientos.

"Yo... Yo soy a quien amas... ¡no a él!"

¿Qué...?

— Los dolores de cabeza y las alucinaciones son normales.

— Sí... Tienes razón.

¿Quién... Era ese chico?

____[...]____

Gente, si les gusta los shots? Así pues por preguntar.

Recibo sugerencias de personajes y escenarios aaa

Bueno, se les quiere y aprecia, gracias por el apoyo

One-Shots || Lookism-Hit ViralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora