Las cosas empezaron a complicarse más.
Lo más irónico que no en el sentido laboral, es decir, en el trabajo.
Todo lo contrario, me iba muy bien en el trabajo aunque era agotador para mí, no estaba acostumbrada a moverme de un lado a otro, y esto era nuevo para mí pero el trabajo te hace despejarte de tu realidad.
Amelia me hacía el trabajo más fácil por qué siempre estábamos bromeando con tonterías o siempre me contaba anécdotas de su vida, ella tenía veinte tres años, era más grande que yo y no era de clase alta.
Me gustaba mucho escucharla, me hacía el trabajo entretenido.
Pero cuando volvía a la realidad, me sentía fuera de lugar.
Llevaba casi un mes viéndome todos los días con Benjamín después de que saliera de trabajar pero Jules no paraba de llamarle en cada ocasión y ella le acusaba de que estaba conmigo.
Cada vez que nos veíamos ya no era cómodo, ni para mí ni para él, por qué nos sentíamos observados aunque nos fuéramos lejos de la ciudad.
Y sentía que esto no podía seguir así, pero tampoco quería acabar con él por qué le amaba, aunque la situación me estaba desesperando.
******
Salia de trabajar a la hora de comer y ya no volvía hasta el martes por la tarde.
Benjamin les puso una excusa a los del trabajo para que nos fuéramos a su casa de campo y les dijo que se encontraba indispuesto pero que volvería para el martes.
Estaba segura de que Jules sabía lo nuestro al cien por cien pero es que me daba igual si lo sabía o no, ya estaba harta de Jules, de su embarazo, de todo.
Se que es muy egoísta por mi parte por qué va a ser madre.
¿Pero donde quedo yo?
¿Y mi felicidad?
En fin.
Era por la tarde cuando llegamos a su casa rural, y me puse el bikini para irme a su piscina pero ni si quiera me apetecía meterme en el agua, me quedaba en una butaca blanca que Benjamín había sacado, empecé a tomar el sol, aún era sobre las seis y media de la tarde, era verano...
Me quedaba en aquella butaca tomando el sol mientras tenía puestas unas gafas de sol y el pelo recogido con una cola alta.
Benjamín había salido de la casa, venía hacia a mí, tenía puesto un bañador corto de color negro, a casa lado de su bañador tenía unas líneas blancas y también ajustado.
Él me miró por segundos viendo lo que yo hacía y se tiraba a la piscina de cabeza.
Me salpicó el agua, aquello me molestó pero lo dejé pasar y le escuché a él de decir mi nombre.
Volvía a mirarle al mencionar mi nombre y me hizo una seña con la cabeza para que fuese.
Me levantaba de aquella cómoda butaca poniéndome en pie y me dirigía al filo de la piscina mirándole.
-Entra conmigo.-
Hice una mueca desganada por qué no me apetecía pero decidí sentarme en el bordillo de la piscina y meter mis pies en el agua, la verdad que se estaba bien pero no me apetecía mojarme.
Él se me quedaba mirándome preocupado por si le pasaba algo y coloco su cabello rubio hacia atras.
-Te veo muy seria.-
Suspiré profundamente sin mirarle a su rostro, tenía la mirada en el agua clara de la piscina y movía mis pies pero luego le miraba queriendo explotar.
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¿Puede amar un monstruo?
Misterio / SuspensoLa joven llamada Martha de 18 años lleva enamorada de un tipo llamado Benjamín de 25 años, de hace un tiempo. El vecino de en frente. Aunque su vecino no sabe de su existencia hasta que coinciden en un encuentro casual y Martha comenzará a conocerlo...