Capítulo 37

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Aquella pesadilla terminó cuando Benjamín acabó, él se tumbó a mi lado con la respiración acelerada y yo dejé de sentirme utilizada sexualmente por segunda vez.

Yo también respiraba profundamente, me sentí aliviada cuando se quitó de encima pero.. me sentí como una basura, una porquería.

Me quitaba lentamente su camiseta de mis ojos hasta poder lograr ver de nuevo y la dejaba alguna parte de la cama sin darle la mínima importancia a su prenda de ropa.

Me quedé mirando al techo por qué no sabía cómo iba reaccionar después.

Pero ahora se le veía cansado después de tanto movimientos.

Al escucharle respirar por unos minutos, Benjamín pasó una mano en mi torso y desvío su mirada a mí.

-Vamos a seguir pero necesito un descanso.-dijo mientras que él se me quedaba mirando en cuánto a mi me quedaba quieta como una piedra.-

Le escuché repentinamente de bostezar, quitó la mano de mi torso y se la coloco en su cara volviendo a bostezar.

-Me ha entrado un sueño de repente..-dijo, bostezando por tercera vez y en ese momento me atreví a mirarle.-

Sus ojos estaban casi cerrado, tenía una expresión de cansancio en su rostro y cerró finalmente los ojos del sueño.

Él parecía intentar evitar el quedarse dormido por qué movía su cabeza pero repentinamente se giraba dándome la espalda y coloco una mano detrás de su hombro en señal de que se iba a dormir.

Gracias a Dios.

Me quedé unos minutos en esa posición para no despertarle y luego también le daba la espalda mirando al frente sintiendo miedo por qué el al final se había quedado dormido pero esperaría un poco más.

<< .... >>

Me levanté de la cama cuidadosamente observando que Benjamín no despertaba y yo cogía el bolso que estaba en el suelo al lado de mi cama.

Saca aquel tubo que me dio Velázquez pero de repente se me caía al suelo y mis manos temblaban del miedo.

Menos mal que es de plástico, pero.. sentía un miedo de que despertará.

Tranquilízate, Martha.

Hasta ahora todo está saliendo bien, y el señor Velázquez confía en ti.

Cálmate.

Cerré mis ojos por segundos respirando profundamente mientras colocaba una mano sobre mi pecho para sentirme mejor.

Vamos.

Volvía a recoger aquel tubo delicadamente y me levantaba despacio sin quitarle ojo a Benjamín.

Empezaba a andar muy lentamente sin que él lograba oír nada hasta colocarme en frente de él y me fijé que tenía su boca un poco abierta pero no era lo suficiente para poder meter el bastoncillo.

De todas maneras, abría el tubo para sacar el bastoncillo que contenía e intentaba que Benjamín abriera más la boca abriendo su mandíbula con cuidado.

Parecía no enterarse de nada, y a mi me iba a dar un paro cardíaco.

Introducía aquel bastoncillo muy lentamente mientras que él seguía durmiendo y empezaba a restregar aquel bastoncillo por toda su boca, sobre todo por su lengua que era donde se quedaba siempre la saliva, estuve unos quince segundos haciendo lo mismo hasta que lo retiraba despacio y lo volvía guardar en el tubo.

Bien, ya tenía la muestra que Velázquez me pidió pero ahora me falta el pelo.

Cuando guardaba el tubo en mi bolso nuevamente, está vez sacaba como una especie de bolsita de plástico y transparente, era pequeña.

¿Puede amar un monstruo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora