treinta

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—Yang Jungwon, eres cruel. — dijo Heeseung en cuanto Yeonjun se fue.

Ambos estaban en el cuarto, en sus últimos minutos que quedaban, solo para revisar si estaban olvidando algo, antes de bajar sus bolsos.

El chico lo miró como si no hubiera hecho nada malo en toda su vida.

Heeseung se cruzó de brazos, ofendido.

—Tu ternura no va a salvarte. — dijo.

Jungwon miró el suelo, con un adorable mohín en los labios, antes de mirar a Heeseung con su mejor carita de perrito abandonado.

—Mierda. — murmuró el rubio, frunció aún más el ceño, ahora molesto consigo mismo por no poder aguantar a su lindo novio. — Esa carita de ángel no te salvará de haber coqueteado con Yeonjun.

Jungwon frunció el ceño, confundido.

—¿Coq-quetear?— preguntó.

No podía mentir, si había abrazado y sonreído mucho a su amigo de la infancia al ver la actitud de Heeseung, aunque era solo por diversión, ni con ganas de coquetear.

Heeseung suspiró.

Lo vió acercarse un paso más hacia el, hablando bajo, mirando directamente a sus ojos.

—Me duele cuando te veo con otra persona así. — confesó. — Me arruina el día, me hace sentir como que te extraño aunque estés al lado mío. — añadió.

Jungwon se sintió verdaderamente mal.

Su novio no merecía dolor, aún si era por sus simples ganas de molestarlo.

Lo siento. — murmuró.

Heeseung alzó sus cejas, acercándose más a él, con el rostro a centímetros de el de Jungwon.

—¿Cómo?

Jungwon sonrió un poco.

Q-Que lo siento.

Heeseung se acercó un poco más, haciendo que sus narices tocaran, frotó un poco la suya contra la de Jungwon.

—¿Puedes repetirlo una vez más, bebé, no te escuché?— dijo el rubio, sonriendo por la cercanía.

Como quería, Jungwon cortó la distancia entre ellos, besándolo con suavidad, moviendo sus labios con lentitud contra los de Heeseung, quien aumentó la profundidad del beso conforme duraba, mordiendo ligeramente el labio inferior de su novio antes de separarse.

Heeseung tenía sus brazos rodeando la cintura del castaño, manteniéndolo lo más cerca posible de él.

Notó a Jungwon morderse el labio, conforme sus mejillas enrojecian por tanto contacto, con sus caderas pegadas al del mayor, y el mínimo movimiento haría fricción en su intimidad.

Como si se hubieran dado cuenta de eso al mismo tiempo, Heeseung lo soltó apartándose de golpe, sin decir nada más, y con las mejillas rosadas tomó su bolso y salió de la habitación.

Loud [Heewon] ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora