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Domingo, hoy iría a ver a los padres de Pedro.

-Estas lista?- pregunto Fer, tomando su taza de café y comer un brownie.

-Ya- me termine de acomodar el pelo y salimos del depto.

El chico manejo unos cuantos minutos hasta llegar a la casa de sus padres.

Llegamos y fuimos recibidos por la madre de mi novio.

-Como estas Mina?- pregunto ella agarrándome del brazo y caminando a la sala.

-Estoy bien- me acerque al sillón donde estaba mi suegro -Como esta?

-Estoy bien Mina.

Camine a la cocina y ayude a mi suegra a traer las cosas para desayunar.

-Maaa, por que no me dijiste? Yo ya desayune- se quejo fer viendo todo lo que trajimos.

-Tu ya deberías saber que siempre les hago el desayuno- replicó ella -Y si estas lleno, no comas y listo.

-Que va, tengo hambre- se encogió de hombros y agarro el biscochuelo.

Solte una risa al verlo, de siesta forma, siempre veía algo de Pedro en Fer, solo me hacia extrañarlo más.

-Y Pedro?- pregunto el hombre, su esposa lo golpeó levemente el hombro -Que?

-No recuerdas lo que nos dijo Pedro- dijo obvia la mujer.

-Que co- ahhh, cuando nos dijo que le quería proponer a Mina-

Fer y su madre abrieron los ojos, esta última le tapo la boca, lo fulmino con la mirada.

Sonreí al verlos, me recordaba tanto a Pedro y a mi, el siempre es impulsivo y le costaba guardarse las cosas.

Tal vez por eso no viene a casa, sabe que no va a poder no decirme.

-Ya veras de donde saco lo despistado Pedro- río ella y yo igual, más al ver la cara de desacuerdo de mi suegro.

-Hay veces que me recuerda tanto a el- dije y ella río.

Luego de un rato, el mayor saco un par de juegos de mesa, entre ellos cartas españolas.

-Que es el truco?- pregunto el.

-Yo le enseño, preste atención- agarre el mazo y empeze a explicarle todo.

-Pero, cuantos puntos vale la espada?

-No es por punto, es el valor, se aumentan los puntos dependiendo su cantas truco o otra cosa- explique por tercera vez.

-Y tengo que cantar siempre que quiera truco?

-No- reí -No cantas, cantar se le dice cuando lo nombras.

-Ah, ya.

Me reí por lo cabeza dura que era, al igual que mi novio.

-Dios, si seras cabeza dura- nego mi suegra sentándose al lado de el, el hombre soltó una risita.

Me gustaba mucho venir a la casa de los papás de Pedro, era como ver nuestro reflejo, pero ya mayores.

Siempre quise que el y yo terminemos igual que ellos, tan felices aun a pesar de los años.

-Oye cariño- llamo la atención de su esposa -No debíamos darle algo a la niña?

La mujer asintió y se levantó, segui jugando con mi suegro, y explicándole a mi cuñado como se jugaba.

-Aqui tienes linda- me extendió un sobre y yo lo tome, para luego abrirlo.

"Día cuatro.

Si Fer me hizo caso por primera vez en su vida, estarás en casa de mis padres.

Creo que tu sabes más que nadie cuando los amo a ambos, y se que tu lo haces igual.

No se si a ti te pasa igual, pero cuando los veo, no puedo evitar recordanos.

Espero algún futuro tu y yo seamos iguales, nada me haría más feliz que seguir el ejemplo de las personas que me dieron todo, con la mujer de mi vida.

Te amo y disfruta este día.

P.G"

Otra vez, las ganas de llorar.

Pedro se imaginaba un futuro conmigo, al igual que yo.

-Y bien?- pregunto mi cuñado.

Yo le pase la carta y el la leyó.

-Todo un poeta Pepi- río y acaricio mi pelo -Quieres jugar afuera?

Asentí y salimos afuera, Fer agarro una pelota para patearla a mi dirección.

Yo la tome y empeze a hacer jueguitos, luego volví a pasarla al chico, así sucesivamente.

Minutos después, me senté en el pasto y Fer me siguió.

-Estas bien?- me pregunto, yo asenti -Se te pasó la Pedritis aguda?

-Ja, ja- reí sarcástica.

-Oye Mina, con Pedro nunca habían hablado de tener hijos?- lo mire, no me esperaba eso.

-Pues no, la verdad.

-No te gustaría?

-Pues si, seria muy lindo y todo- admiti -pero no se, no me siento lo suficientemente madura para criar a un bebé.

Fer no dijo nada, solamente asintió, jugando con la pelota en sus manos.

-Por que preguntas?- pregunte.

-Solo, curiosidad- se encogió de hombros.

-Pedro no te habrá mandado a preguntarme no?

-Que? No, Nono, claro que no- nego, yo reí.

-Eres igual de malo para mentir que tu hermano y padre.

El ente cerró los ojos.

Terminamos riendo y nos quedamos hablando ahí sentados en el pasto.

-Alguno quiere unas galletas?- la mujer llegó a nosotros con un plato.

-Yo quiero- se paro rápidamente mi cuñado, agarrando varias, ganándose una mala mirada de su madre -Tu quieres una?

Me reí al verlo con la boca llena de comida, yo me levante y agarre una de su mano.

-Oye! Tienes un plato entero ahí.

-Tu te agarraste todas!- le reclame.

Sin darme cuenta, Fer se me estaba cagando de risa en la cara.

-Que te pasa?- pregunte sin entender.

-Hay perdóname, es que Tú, tú estás perdiendo tu acento argentino.

Abrí los ojos.

-Jodeme boludo- me tape la boca, recién había caído en cuenta.

Tanto el, como su madre, estaban riendo.

Argentina | Pedri González |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora