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Duerme profundamente.

Anoche celebraron su tercer año de noviazgo, aunque es secreto para todos, ellos han compartido primer, segundo y tercer aniversario de la misma forma, bailando, cenando y haciendo el amor, esta vez comparada con la primera, es que todo fue placentero, no hubo nervios, vergüenza, preparación torpe y dolor.

Desde esa primera noche su relación se fortaleció, salían cada fin de semana, encontraban maneras de intimar por donde fuera posible, dentro de la academia, y lo mejor era que ya habían empezando a hablar sobre revelar su preferencia y relación a la familia.

Arthit estaba seguro que lo conocía mejor que nadie, confiaba infinitamente en él.

Despertó un tanto confuso cuando la puerta principal se abrió bruscamente y escucho varias pisadas, se llenó de pánico cuando la habitación fue abierta de golpe y fuertes hombres lo sometieron contra la cama, él estaba desnudo, había muchas pisadas rápidas, cosas cayendo por doquier, pasos muchos pasos, tantas voces desconocidas, hablando al mismo tiempo... por sus ropas sabía que eran policías ¿Es una redada? ¿Dónde está Choi?

"¿Cuál es tu nombre?"

"¿Cuántas personas hay?"

"Para quien trabajas?"

"¿Dónde esta el resto de la droga?"

No les importaba estuviera desnudo, no lo dejaron ni cubrirse con una prenda, cuando a tironeo lo levantaron de la cama para esposarlo, con las manos por detrás no podría tapar ni un poco su estado. Miradas burlonas, morbosas.

- ¿Hombre o mujer?

- ... - recibió su primer golpe en la cara

- ¿Acaso eres mudo responde'

- Hombre... solo necesitas ver entre sus piernas – respondió otro con burla, aunque esta aterrado y no comprende nada, les da una mirada de desprecio.

- ¿Qué tienes ganas de golpearnos?... ¿Dónde esta tu cómplice o amante?

- Ustedes no tienen porque allanar este lugar de esta forma y tratarme así...

- ¡Ah si tienes lengua!, Esta es la forma de tratar a los delincuentes, maricas o no – muestra unas bolsas que estaban sacando – ¿Esto no es polvo para hornear o sí?

- Eso no es mío.

- Ya escucharon muchachos suéltenlo – los que pasaban sacando cosas o estaban buscando en cada rincón rieron fuertemente – Si soltáramos a todos los que dicen ser inocentes, habría demasiado delincuentes en la calle.

- ¿Acaso no los hay y otros inocentes en la cárcel?

- Veamos si sigues teniendo las mismas agallas en tu celda...

- ¿Celda? – los ojos del castaño se llenaron de terror.

- Si, y por supuesto no estarás tu solo... llévenselo...

- No, no esperen – quien lo interrogaba hace una señal.

- Dime ¿para quién trabajas? ¿con quien estabas? y entonces te dejare ponerte algo – recorre su cuerpo.

Danza a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora