Capítulo seis

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🇪🇸📍Barcelona, España | 18:25 p.m. |¿Queens?

—No mames Yuli ya apúrate wey— dijo mi hermana afuera de mi cuarto.

Rodé los ojos y abrí la puerta.

—Ya estoy lista—salí de mi habitación de hotel y cerré la puerta, vi que todo lo que necesitaba estuviese en mi bolsa y camine junto a mi hermana por el pasillo.

—Tardaste un chingo, entre tú y Juan no se quien es más vanidoso, tardan mil horas en arreglarse—dijo frustrada viendo su teléfono, Juan salió de su habitación y nos miró sonriente.

—Ya estoy listo amigas—miré su outfit y le sonreí.

—Te ves espectacular—levante los pulgares y el señaló mi vestimenta.

—¡Tu también!, me encanta la combinación que hiciste, ¡No mames los tenis!—asentí emocionada.

—Si, son los de spid...—Rivers bufo y jalo nuestras manos como si de niños pequeños se tratase.

—No mamen platican en la camioneta, llevan veinte minutos esperándonos—nos metió al ascensor y presionó el botón del estacionamiento.

—Rivers—habló Juan en bajito, mi hermana lo miró enojada—No, ya nada—reí.

Todos salimos del ascensor y un hombre nos esperaba, abrió la puerta trasera para que entrásemos.

El recorrido hacia nuestro lugar de destino fue algo largo, grave algunas historias que subiría después, mire el paisaje y platiqué con mi amigo. Pues mi hermana estaba muy nerviosa como para entablar una conversación.

Mis pies colgaban del asiento así que jugué con ellos.

—Están muy perros tus tenis, neta—repitió Juan y asentí.

—Son los de Spiderman, no te los voy. Regalar por mas que me los chulees—reí y él rodó los ojos.

—No los encontré en Monterrey—hizo un puchero y negué, así me hizo con los de Bad bunny pero ya no más.

—Ya se que regalarte en tu cumpleaños Juan Sebastián Guarnizo—mi amigo iba a hablar pero mi teléfono comenzó a sonar—Uh, espérame—saqué el aparato que se encontraba en bolsa de mi chamarra y miré el nombre de contacto.

>>Alex Quackity <<

Escuché la risa burlona de mi amigo y rodé los ojos.

—¿Le contestó?—pregunté y el asintió aún con una sonrisa en sus labios. Deslicé el botón hacia el lado que atendía la llamada y lo puse en mi oído.

—¿Hola?—pregunté.

—Hola guapa, ¿Qué haces? ¿Interrumpí?—escuché su voz algo dudosa.

—¿Guapa?—fruncí el ceño—Como que andas muy confianzudo, ¿No?—reí—Voy de camino a un lugar así que no interrumpes, ¿Que sucede?

—Mta, como te pones de mamona—escuché su risa—Nada, solo quería platicar un rato contigo—sonreí inconscientemente.

—¿Apoco si?—dije tímidamente.

Otro atardecer; Quackity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora