cuatro; prejuicios

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Chris

—¿Una tienda de ropa?

—Así es —diio Christopher —Empiezo mañana.

—Pero tú odias tratar con personas —comentó Hyunjin al otro lado de la línea.

—No estaré en la caja, me encargaré de acomodar la ropa, hacer inventario y recibir la mercancía.

—Qué divertido.

—Era eso o aceptar el empleo en McDonald's —se defendió el pelinaranja, dándole un mordisco a su Subway. Se encontraba en un centro comercial tras haber salido de la entrevista de trabajo que culminó en buenas noticias. —Si la gente me ve en un estúpido uniforme entregando cajitas felices a niños mocosos, nunca voy a coger estando aquí.

Hyunjin rió.

—Incluso con el uniforme te verías guapo.

—Lo dudo —dio un sorbo a su refresco —¿Cómo has estado?

—¿Yo? Muy bien, aunque las cosas están aburridas sin ti —respondió a su amigo —No hay mucho que contar, seguramente cada que te llame tú tendrás mucho material.

—Espero, porque lo último que quiero es aburrirme y volverme a deprimir.

—Estás en un país diferente, tu rutina ha cambiado y tienes muchas cosas por hacer. En cambio yo soy quien se está aburriendo porque sigo aquí...

—Pero tienes a Jisung —aclaró —Y a toda tu familia... yo no tengo a nadie.

—No tiene ni una semana que llegaste a Sydney... Sé paciente, seguramente harás amigos y saldrás, como hacías con nosotros.

—Sí, tal vez...

—Pero más vale que no dejemos de ser tus favoritos —amenazó Hyunjin —Puedes tener amigos pero no reemplazarnos.

—Jamás podría —dijo Christopher.

—Más te vale.

—¿Te conté que mis vecinos son raros?

—¿Los religiosos?

—Sí... El día que llegué el padre de familia me vio cuando estaba metiendo mis cosas a la casa y juro que ni siquiera en Corea alguien me había lanzado una mirada así...

—Ya sabes cómo son esas personas —dijo Hyunjin —Tienen creencias raras respecto a todo.

—Hace unos días hablé con uno de los hijos... Bueno, más o menos.

—¿Qué te dijo?

—Es que él estaba buscando a la vecina de al lado y le dije que no estaba... se veía muy nervioso —explicó —No me juzgó con la mirada como su papá, pero me vio como si no fuera una persona normal. Quién sabe qué tanto tienen en la cabeza.

—¿Cuántos años tiene?

—No sé, calculo que unos diecisiete.

—¿Es guapo?

—Hyunjin...

—¿Qué? Sólo preguntaba.

Christopher sonrió.

—Tiene lo suyo.

Un par de minutos después terminaron de conversar. El pelinaranja colgó la llamada y se puso de pie para caminar hacia la entrada del centro comercial.

Justo enfrente, cruzando el estacionamiento había una iglesia que a Christopher le había llamado la atención. No era religioso para nada y no le podría importar menos un lugar que consideraba tan controlador, pero tenía que admitir que la arquitectura era admirable. La construcción tenía un estilo barroco y estaba rodeada por un jardín con flores.

say yes to heaven | chanlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora