veintinueve; el infierno en la tierra

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Felix

Tras haber vivido las casi veinticuatro mejores horas de su vida, Felix Lee estaba de vuelta en la construcción que no podía llamar hogar.

El trayecto de vuelta podría describirse como una incomodidad que no parecía tener fin. Minho y Chris se habían ido a trabajar alrededor de las nueve de la mañana, dejando a los demás en el apartamento para que no sintieran la premura de irse tan temprano. Una vez que el resto despertó, habían cooperado  para dejar ordenado el lugar, recogiendo las decenas de botellas que estaban regadas alrededor de la sala de estar y limpiando la textura pegajosa que había quedado en la mesa por la bebida derramada. Posteriormente, Changbin, y Seungmin se habían vestido; Jeongin y Felix habían tomado una ducha para intentar deshacerse del aroma a alcohol y tabaco que impregnaba su cuerpo. Una vez que estuvieron listos, se despidieron de Hyunjin, Jisung y Minho para volver a sus casas.

El camino no habría sido tan largo si Seungmin no hubiera decidido pasar a McDonald's a mediodía para desayunar, bajo la premisa de que tenía una terrible resaca y un hambre voraz. El ambiente estaba tan tenso, que nadie se había atrevido a opinar sobre la mala alimentación del adolescente. A pesar de que Jeongin también estaba experimentando una resaca, había ignorado su hambre para no tener que hablar.

—¿Seguro que no quieres nada? —había insistido Seungmin.

El menor negó.

—Dios, Innie, la borrachera te afectó —opinó, sin tener idea de lo que había pasado entre Felix y él —Hoy no eres un rayito de alegría y felicidad.

—Sólo estoy cansado —dijo Jeongin, y en parte era cierto.

Habían dejado primero al menor en su casa. La señora Yang se mostró seria al ver a su hijo cansado y evidentemente de mal humor, además de que pudo percibir el aroma a tabaco: a pesar de que se había duchado y cambiado de ropa, su mochila parecía delatarlo. No obstante, no dijo nada, por lo menos no enfrente de los tres amigos.

—Creo que hemos traicionado su confianza —dijo Changbin, una vez que estuvieron de vuelta en el auto.

—¿De Jeongin o su madre?—preguntó Seungmin.

—De ambos.

—No debimos mentirle —intervino Felix. Su voz también sonaba apagada, sin vida —No debí ocultarle la verdad.

Seungmin decidió no preguntar,  pues sabía perfectamente a qué se refería su amigo.

Felix entró a su casa, con su mochila colgando de un hombro y un cúmulo de infelicidad en el otro. Esperaba de todo, excepto que su padre estuviera sentado en un sillón, solo. A este punto, el castaño estaba aterrado de ver al hombre. No olvidaba las cicatrices en su espalda, ni las heridas en su corazón; tampoco el terror que se apoderaba de él durante cada uno de sus castigos.

—Estoy de vuelta —anunció con seriedad, cauteloso y sin bajar la guardia. Entonces examinó la sala de estar y la cocina —¿Dónde están mamá y mis hermanas?

—Fueron a comprar las cosas para la cena de hoy.

Felix se había olvidado del hecho de que apenas era veinticuatro de diciembre. Ya no necesitaba otro festejo: específicamente, no necesitaba un festejo hipócrita, con un ambiente tenso y traumático, y sobre todo, sin Chris.

—Ah —se limitó a responder. Estaba a punto de dirigirse a las escaleras que lo llevaban a su habitación, pero la voz de su padre lo detuvo.

—Tu madre me dijo que te dio permiso de salir con tus amigos —bufó —como si te lo merecieras.

—Hice lo que me pediste —respondió el castaño, intentando mantener un tono de voz sereno —Terminé el semestre con buenas calificaciones, estuve buscando universidades, no he faltado a misa y fui a confesarme.

say yes to heaven | chanlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora