veintiseis; veintitrés de diciembre

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Felix

Durante los siete días posteriores, Felix Lee estuvo atrapado en un ciclo, el cual consistía en: recordar los labios de Chris sobre los suyos, fantasear con volverlos a sentir, saborear rastros de culpa en su boca, intentar olvidarse de los sucedido y volver al dulce recuerdo. Todo se repetía de manera perpetua, como una rueda de la fortuna que no se detenía, lo cual estaba ocasionando un malestar en el castaño.

La lluviosa tarde en la que se besaron por primera vez había transicionado a una noche en la cual Felix había llorado hasta quedarse dormido. Las sábanas de su cama y su almohada habían ahogado el sonido de sus sollozos para evitar ser escuchado. Tenía suerte de que Olivia era alguien con un sueño pesado, porque lo último que quería era seguir mintiéndole y ocultando la verdad.

¿Por qué no podía disfrutar de aquello que inconscientemente había deseado tanto? La pregunta era retórica, pues sabía bien la respuesta. Había sido tan placentero, tan perfecto que sentía el remordimiento en su garganta: un nudo incómodo que incluso le quitaba el apetito cada vez que comía. 

La dinámica entre Chris y él no había cambiado mucho, por lo menos no por mensaje, que era la única manera en la que se habían contactado durante esos días. No obstante, el castaño lo entendía y lo agradecía: Chris no podía mostrarse más afectivo debido al peligro que corría de que sus padres leyeran algún mensaje. Aún revisaban periódicamente su teléfono, pero nunca encontraban nada. Felix se había vuelto un experto en mentir; un hábil farsante de pasos sigilosos, excusas convincentes y movimientos rápidos. Sus padres habían establecido el juego y las reglas, y al castaño no le había quedado de otra más que aprender a esquivar las limitaciones y ganar cada partida sin ser descubierto.

Era viernes por la mañana, y Felix estaba de muy buen humor. Chris lo había invitado a una reunión de amigos en Bondi para festejar la Navidad “de manera anticipada”.

—Hyunjin y Jisung quieren celebrar la Navidad un día antes— le había explicado el mayor en una nota de voz —Lo que pasa es que Minho y yo trabajaremos el veinticuatro y nos quedaremos a cerrar la tienda… y como nuestro descanso es el veintitrés, los chicos sugirieron festejar ese día y… me gustaría que vinieras. Iremos a la playa a mediodía y después continuaremos el festejo en el apartamento para cenar algo… puedes decirle a tus amigos también. 

Felix estaba encantado con la invitación. Le emocionaba mucho el plan, por ende, había solucionado todo, sobra decir que con mentiras. Al final, había conseguido el permiso de su madre para “salir con Seungmin y Jeongin y quedarse en casa del primero a pasar la noche”. La señora Lee nuevamente no tuvo razones para negarse: Felix había sido disciplinado con sus oraciones,  sus deberes del hogar y había concluido el semestre con buenas notas. Lina opinaba que su hijo merecía un poco de tiempo de ocio con sus amigos.

Primero, Seungmin y Changbin pasaron por el chico de las pecas a su casa. Changbin había conseguido que sus padres le prestaran el auto, por lo cual el tema del transporte estaba solucionado.

—Hola, señora Lee —saludó Seungmin, mostrando su adorable sonrisa metálica que podía convencer a cualquiera —Venimos por Lix.

—Buenas tardes, hijo —respondió la mujer, quien estaba usando un viejo delantal de cocina —Claro que sí, en un momento viene, ¿gustan pasar?

—Sin problema esperaremos aquí,  pero gracias—aseguró Changbin, con una sonrisa similar a la de su novio.

Felix no tardó en bajar las escaleras y dirigirse a la puerta. Traía su mochila que usaba para la escuela colgada al hombro, y estaba usando una camisa azul cielo, pantalones blancos y zapatos negros.

—¿No olvidas nada? —preguntó la señora Lee a su hijo.

—No, mamá.

—¿Protector solar?

say yes to heaven | chanlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora