diez; lamentos silenciosos

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Chris

El rubio se despidió de Felix una cuadra antes de llegar a la suya. Al ser vecinos, el castaño no quería levantar sospechas si llegaban juntos y por ello le había dicho a Chris que se adelantaría.

Esperó escasos minutos en la acera hasta que lo creyó conveniente y caminó hacia la casa de los Choi. En cuanto llegó, un exquisito aroma en la cocina lo recibió cálidamente.

-Hola Chris, ¿Qué tal tu día? -saludó Rebecca Choi. Estaba frente a la estufa, cocinando algo en un sartén. A pesar de estar en los inicios de sus cincuentas, la mujer se conservaba tan jovial que podía aparentar varios años menos.

-Bien, gracias tía-respondió el rubio -¿Y el de usted?

-Muy bien, también. Estoy preparando la cena porque mi hijo nos va a visitar más tarde-explicó -Me gustaría que nos acompañaras.

-Claro que sí -Chris sonrió, agradecido por el hecho de que no tendría que cocinar ese día -¿Necesita ayuda en algo?

-No te preocupes, hijo -respondió la mujer.

El rubio le dedicó una sonrisa y subió las escaleras a su habitación. En cuanto se tumbó en la cama, dejó escapar un suspiro.

El día había ido bastante bien, de eso no tenía duda. Felix le agradaba y había tenido muchas ganas de volver a visitar las playas de Sydney para recordar los buenos ratos que pasó con su familia. No obstante, comenzaba a extrañar Seúl; o bien, la vida que ya tenía ahí antes de que todo comenzara a derrumbarse. Extrañaba a su familia, sus amigos... y a pesar de que volver a Sydney era algo que había deseado por años, no veía el punto de estar ahí sin sus seres queridos.

Tomó su celular y tras pensarlo unos minutos decidió llamar a su madre. No lo había hecho desde que se fue de Seúl y solamente habían hablado por mensajes, pues Chris sabía que el momento en el que escuchara su voz, rompería en llanto. Quería evitarlo, pero en serio necesitaba sus palabras en aquel momento.

-¡Chris! -exclamó la mujer en la pantalla. Al ver el fondo, el rubio se dio cuenta de que estaba en la sala de su casa.

-Mamá... -el mencionado sonrió.

-Pensé que no me llamarías nunca -dijo la mujer con algo de tristeza -Ahora eres rubio...

-N- no estaba listo-la voz de Chris comenzó a quebrarse.

-Hijo... ¿Qué pasa?

El rubio comenzó a llorar, justo como lo había pronosticado. Comenzó a arrepentirse de haber optado por una videollamada en vez de una llamada de voz.

-Yo... los e-extraño -dijo entre lágrimas.

-Tu padre también te extraña- la señora Bahng sonrió con compasión-Y tus hermanos ni se diga... sienten como si se hubiera ido el líder de la manada.

El rubio tomó un pañuelo de la caja que yacía sobre la mesita de noche y se secó las lágrimas.

-Diles que también los extraño -pidió. Hizo una pausa para dar un profundo respiro antes de seguir-Espero que un día Hannah y Lucas entiendan por qué hice esto.

-Yo sé que lo harán -lo consoló su madre, con su voz dulce y sanadora -Ahora lo importante es que te enfoques en ti, en estar mejor. ¿Cómo te has sentido?

-Aún tengo pesadillas -admitió Chris - a veces mi ansiedad quiere hacerme perder todo el control y progreso que ya tengo... pero no he cedido.

-¿Aún fumas?

Chris guardó silencio.

-Menos que en Seúl, sí... Juro que trato de dejarlo, pero es difícil lidiar con estas nuevas circunstancias cuando me siento solo.

say yes to heaven | chanlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora