3 EL TUNEL OSCURO DE LA PAZ

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Todo es oscuro y siniestro, no puedo ver nada... aguarda, ¿tengo los ojos cerrados? Intento abrirlos, pongo todo mi empeño y mis fuerzas en vano. Me es imposible, los párpados se niegan a colaborar. En este instante me siento flotando y a la vez me encuentro pegado al suelo, es una sensación muy extraña ¿Eso que oigo son voces?, sí, lo son. Pongo mucha energía en oír sus palabras, pero no lo consigo. Solo me llegan pequeños murmullos y es entonces cuando un fuerte dolor me atraviesa por completo el cuerpo. Intento quejarme, lo juro, pero la boca tampoco quiere cooperar conmigo. Mierda, ¿por qué no puedo hacer nada de nada y por qué ni siquiera tengo la fuerza necesaria para intentarlo?

— ¿Me oye, puede oírme? — me dice alguien y esta vez sí lo entiendo a la perfección. Intento decir algo, de verdad lo intento, pero ¿ya he dicho antes que es imposible? — Está un poco consciente. ¡Donde diantres está la maldita ambulancia, joder! — grita la misma voz. Mentiría al decirles si es hombre o mujer, en este instante no sé ni quién soy yo, lo juro.

— Ya vienen, tranquilícese. Ya llegaron, ¡por fin! —vuelven a decir, quién, ni la más mínima idea. Siento como instantes después me levantan para ponerme en no sé dónde. ¿Se preguntarán como lo sé cuándo aún tengo los ojos cerrados? Muy fácil, porque el puñetero dolor que he sentido antes no se compara ni de cerca con el que sentí cuando me levantaron, a pesar de que seguro lo hicieron con cuidado.

— ¿Alguien sabe qué le pasó? — yo de entrada no sé ni dónde estoy. A pesar de seguir oyendo las voces, algunas veces más claro que otras, algo me jala hacia abajo. Hacia el fondo donde el dolor no me alcanza y la paz me sobreviene. Me atrevería incluso a llamarlo el túnel oscuro de la paz. Lo conocerían y quisieran hundirse en él, si llegaran a sentir un dolor tan abrazador como el mío. Cada vez más las palabras y frases se alejaban y acercaban a mí de forma intermitente.

— Se pondrá bien, todo estará bien— vuelven a decir y no sé si es tratando de animarme a mí o a alguien más.

Me es difícil concentrarme. Estas son las últimas palabras que escucho al cien por cien. Ahora más que nunca, cuando el dolor me es insoportable dominarlo, me dejo arrastrar hacia el túnel oscuro donde ya no hay dolor, murmullos o miedo, solo paz y tranquilidad. Una paz absorbente hecha para moribundos.

¿Volveré a la luz?, ¿podré volver a abrir mis ojos, a pronunciar alguna palabra? No lo sé, por ahora solo me dejo envolver por la oscuridad. Eso es lo mejor por el momento.

EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora