Erika
Un padre no debería sobrevivir jamás a un hijo. El testamento es algo que una esposa no debería ver un año después de haberse casado. Una mujer no debería quedarse viuda sin haber exprimido al máximo su matrimonio o haber tenido un hijo con el amor de su vida. Hay tantas cosas que no deberían ser y son. Es imposible escribir tanto pesar en palabras, pues lo que se escriba quedaría corto ante tanto dolor. Muchas veces he leído poesías o libros donde hablan del dolor en todas sus formas. Jamás creí sentirlo, jamás logré comprender con exactitud esas descripciones, hasta hoy.
Ahora, rumbo a casa para leer la última voluntad del que fue mi esposo, no puedo evitar sentirme identificada con las palabras de aquellos autores, capaces de darle vida con frases a un sentimiento tan aterrador, de explicarnos su poder sobre nosotros. La vida es corta y no podemos controlarla. Ella pasa delante de nuestros ojos sin detenerse, depende de nosotros ir con ella de la mano o quedarnos rezagados. Yo elijo lo primero, elijo disfrutar mi existencia al máximo, no rendirme, pues ahora se cuán corto es nuestro tiempo en la tierra.
— ¿Estás preparada cariño? — me pregunta mi madre cuando entramos en casa.
— Sí, lo estoy— le aseguro y me giro hacia el abogado que llegó junto a nosotros- Pasemos al despacho de Gabriel, allí podremos hablar con tranquilidad.
— Por supuesto señora, cómo usted guste— asiente ante mis palabras.
— Tu madre y yo prepararemos algo de café— me informa mi padre.
— Mi hija y yo tomaremos un té de manzanilla si es posible— nos dice Luciana la madre de Gabriel.
— Claro— asiento— Preparen las dos cosas, café y té por favor— le digo a mis padres.
— Por supuesto, adelántense, en seguida nos unimos a vosotros— nos informa mi madre. Nos dirigimos al despacho, no he estado aquí en dos semanas. Al entrar siento una opresión en el pecho. Tengo cientos de recuerdos de Gabriel aquí: sentado en el escritorio leyendo papeles, sonriéndome mientras hacíamos el amor sobre el escritorio. Tantos momentos que ya jamás volverán.
— Primero que nada siento mucho su pérdida— nos dice mientras tomamos asiento. Él se sitúa en la silla de Gabriel y nosotros delante; yo entre los padres de él y su hermana al lado mío junto con su esposo. Todos murmuramos un escueto gracias. Abre su maletín y saca unos documentos, estoy nerviosa, muy nerviosa.
— Me gustaría decirles que consideraba a Gabriel no solo un cliente, también era mi amigo. Por eso, si les parece bien pasaré directo a decirles qué les dejó en vez de leer tanta palabrería— nosotros asentimos, él mira los papeles— Bien, lo primero que tienen que saber es que esta casa la dejó a nombre de su esposa— dice mirándome— al igual que el carro y el dinero que tenía en las cuentas. A sus padres les dejó algunos cuadros de gran valor y a su hermana las vasijas chinas de porcelana— sigue enumerando varios objetos más. Para mi galán todos tenían un valor sentimental. Mis padres entran, nos sirven café y té. Luego de un rato enumerando cosas llega al tema principal: la empresa.
— La empresa junto con todos los hoteles, a excepción de dos, los dejó a nombre de su esposa— lo miro asombrada, eso si no me lo esperaba.
— ¿A mí?, pero si yo de eso no sé nada— digo incrédula.
— Tu esposo lo sabía— sigue diciendo— por eso mismo especificó que sea su cuñado quién dirija la empresa contando con tu aprobación para todo. Siempre que estés de acuerdo.
— No entiendo.
— Si te rehúsas a que Daniel— dice refiriéndose a su cuñado— la mano derecha de su marido dirija la empresa, podrá elegir a alguien ya sea de dentro o fuera de la misma para que lo haga...
— No va a ser necesario— lo interrumpo— confío plenamente en Daniel. Estoy segura de que no hay nadie más calificado para el puesto que él— digo sonriéndole, este me devuelve el gesto.
— Bien, los dos hoteles restantes están a nombre de sus padres y de su hermana. Gabriel quiso que ambos tuvieran una parte de él— asentimos estando de acuerdo. Diez minutos después nos encontramos en la sala, el abogado ya se ha marchado y yo solo quiero encerrarme en mi habitación a llorar.
— No sabía que Gabriel había puesto todo a mi nombre, yo no me casé con él por...
— Lo sabemos querida— me interrumpe Luciana— sabemos que tú lo amabas más que a tu propia vida. Todos estamos de acuerdo con sus decisiones— asiento con los ojos llenos de lágrimas.
— Mi hermano te amaba mucho Erika— me dice Carol, su hermana— A mí me alegra que haya encontrado a alguien como tú para pasar sus días. Quiero que sepas que estamos aquí para ti.
— Así es cariño— me dice Roberto, su padre— puede que mi hijo ya no esté, pero recuerda que puedes contar con nosotros para todo— los abrazo agradecida por sus palabras. Comemos juntos recordando momentos que pasamos con Gabriel. Me cuentan anécdotas de cuando era niño, adolescente, etc, antes de despedirnos. Le aconsejo a mis padres irse a descansar también. Mi madre intenta quedarse para hacerme compañía, me niego, ahora mismo solo quiero estar sola.
Me baño, me pongo una de sus camisas para sentirlo más cerca, me tomo un analgésico y voy a acostarme. Es hora de dormir y rezar para que con el tiempo este enorme agujero cese un poco o por lo menos me acostumbre a vivir con él.
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EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO III
RomanceErika de Avellaneda es una famosa bióloga que vive en Londres, siente un profundo amor por el mar y las criaturas que habitan en sus profundidades. Un día es invitada por sus compañeros de trabajo a un crucero. Decide asistir sin imaginarse que en e...