Capítulo XII~UNA TERRIBLE NOTICIA

18 2 0
                                    

Erika

Hace una semana que salí al mar y me despedí en aquel muelle de la otra mitad de mi corazón, con la promesa de volver a vernos. Miro al cielo y sonrío por su belleza y esplendor. Nadie imaginaría que ayer hubo una fuerte tormenta. Cuando se cernió sobre nosotros temí lo peor. Para mi suerte solo hubo alguna lluvia, sin mayor importancia con olas controlables. Solo espero que los demás barcos, en especial en el cual va el amor de mi vida, hayan salido igual de ilesos de semejante tempestad.

— Terrible tormenta la de ayer ¿no crees? —me pregunta una chica parándose a mi lado con el ceño fruncido. Miro en su dirección dedicándole una pequeña sonrisa.

— Horrible, me alegra haber recibido solo una pequeñísima parte de su furia— respondo.

— Sí, así es— asiente con la cabeza antes de mostrarme una sonrisa tímida— Me gusta estar en el mar porque aquí me siento libre, tranquila y en paz.

— Yo me siento igual ¿sabes? — digo dirigiendo mi vista hacia el agua— No hay nada mejor que mirar su inmensidad para sentirse pleno.

— Me gustaría vivir en el agua, nadar con los peces y descubrir sus mil maravillas.

— Lástima que los seres humanos no podamos respirar bajo el agua. Incluso la bombona de aire tiene su tiempo, no puede durar para siempre.

— Supongo— dice pensativa— me voy con el resto, nos vemos— me despido de ella riendo. Es agradable encontrar jóvenes con tanta pasión por el mar. No siempre podemos hallar personas que hablen de este con tanto amor sin referirse a él solamente como un lugar al que vas a bañarte.

Vuelvo a mirar al cielo que va cambiando de color, dentro de poco oscurecerá. Calculo que llegaremos al muelle con las primeras estrellas. Me gusta, principalmente porque esta noche hay luna llena, lo cual le proporciona al cielo un brillo especial. Antes ni siquiera pensaba esto. Todo cambió aquella noche en el yate cuando me paré en la barandilla y escuché a una persona increíble hablar de él como algo mágico y resplandeciente. Ahora cada vez que miro al cielo estrellado en las noches de luna llena, no puedo evitar ver su rostro iluminado por el resplandor de esta y el brillo de alegría que mostraban sus ojos. Ah, como extraño sus ojos, su cuerpo y sus labios, esos labios tan tentadores y perfectos para mí. No paro de contar los segundos para estar a su lado. Ojalá que al llegar ya esté esperándome, ojalá.

Me encuentro rumbo a casa en un taxi. Contemplo Londres por la ventanilla, sus calles están iluminadas por faros, carteles o el mismo tránsito. El taxista se detiene en un semáforo rojo y yo sonrío al ver pasar a una pareja con sus hijos. Deseo tanto tener a mis hijos con mi amor. Verlos crecer a nuestro lado, verlos caerse, levantarse, enamorarse... Volvemos a ponernos en marcha y en una hora me encuentro en casa. Suspiro, le pago al taxista y me encamino a la puerta. Todo se encuentra a oscuras lo que significa que no ha llegado. No pasa nada, llegará mañana o dentro de algunos días. El viaje de ida y vuelta es bastante largo y con la tormenta probablemente hayan decidido volver antes incluso de llegar a su destino.

Entro, me encamino a la habitación, saco ropa del armario, voy al baño preparo la bañera y me sumerjo en el agua caliente con olor a vainilla para poder relajarme. En el barco no podía hacerlo de esta manera. No sé cuánto tiempo pasa antes de salir, pero sí sé que tengo los dedos engarrotados, por tanto, fue un largo rato. Voy al teléfono fijo de la casa para pedir comida, no me encuentro con ánimos para cocinar. Era agradable estar en el océano, allí puedes despejar la mente y simplemente sentir. Cuando el timbre suena abro, cojo la comida, le pago al chico y me siento a disfrutar. Una llamada al móvil me distrae, me levanto y al ver de quién se trata contesto.

— Hola, que alegría recibir tu llamada— digo a forma de saludo.

— ¿Te encuentras en casa? — me responde con voz extraña, frunzo el ceño. ¿Ni un hola cómo estás?

— Si llegué hace un rato ¿por? — vuelvo a preguntar. Me intriga su tono de voz.

— Llegaré rápido, nos vemos allí— eh, no entiendo nada. No nos vemos desde hace una semana y así me llama. Vaya, qué bicho le habrá picado.

No le doy más vueltas y me siento a comer, después de todo estará aquí en breve. No me equivocaba, diez minutos después el timbre suena. Me levanto del sofá dirigiéndome a la puerta. Al abrirla me quedo con la boca abierta al ver a las personas del otro lado.

— Chicos, ¿qué hacen todos aquí a estas horas? — pregunto a mis amigos. Vinieron todos, Flora, Juan, Nohelia, Enrique, Vanessa y Oliver.

— Debemos hablar contigo— me dice Noa entrando seguida de todos. Me encojo de hombros y los sigo a la sala.

— Toma asiento cariño, debemos hablar contigo— me dice Vane con voz entrecortada que me hace ponerme en alerta.

— Primero que nada queremos que sepas que cuentas con nosotros para cualquier cosa. Estaremos aquí para ti— me dice Juan con la voz poco firme.

— ¿Qué sucede?, me están preocupando— digo con el corazón a mil, ellos se miran unos a otros. Al final es Flora, quién me llamó hace rato, la que se decide a hablar.

— ¿Sabes que ayer en la noche hubo una fuerte tormenta verdad? — pregunta sentándose a mi lado.

— Sí, lo sé. Por suerte donde yo estuve no fue tan fuerte.

— Así es, en la zona por la cual navegaba el barco donde ibas solo recibió pocas lluvias, sin embargo, en otra zona la tormenta fue muy fuerte. Nos enteramos por las noticias hoy en la mañana.

— ¿Qué tiene eso que ver conmigo? — vuelvo a preguntar, no entiendo nada. A mí no me afecta eso en lo absoluto.

— Verás, en esa zona...— se detiene para coger aire y los ojos se le llenan de lágrimas contenidas— un barco no pudo seguir a flote y se hundió— dice y ahoga un sollozo. Entonces algo se retuerce en mi interior.

— ¿Qué... qué me estás diciendo? — le pregunto en voz baja e incluso antes de que hable lo sé, sé su respuesta con solo ver las lágrimas en los ojos de mis amigas y el intento de sus esposos por ocultar las suyas.

— Erika, el barco que se hundió fue... — se detiene. Coge mis manos apretándolas (aunque las de ella tiemblan un poco ¿o son las mías? ya no sé) y fija sus ojos en los míos que están derramando lágrimas sin control. Niego con la cabeza, no quiero que confirme mi teoría. Tiene que ser mentira, no puede ser— el barco que se hundió fue el de Gabriel— dice antes de derramar más lágrimas.

Y así, con esas nueve palabras mi mundo se rompe. Tiene que ser una broma, no puede ser cierto. De repente nuestra última noche juntos me viene a la mente. La canción que bailamos, su significado, las palabras de mi galán medieval y nuestra promesa. No quiero tener que cumplir mi palabra tan pronto, no lo deseo. Se supone que todavía teníamos mucho tiempo por delante, muchos sueños por cumplir, no puede haberse acabado así, es imposible.

Gabriel... él no puede... no puede estar... muerto.

🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊

Hola, hola, de nuevo yo por aquí, se esperaban esto. Si era así, felicidades y si no también, ahora sujétense fuerte, porque a este barco todavía le queda mucha tormenta por surcar, nos vemos pronto. Miles de besos💞

Ah y no se olviden de darle a la ⭐, sólo si quieren y comenten, me gustaría leer vuestras opiniones 🙏🏻.

EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora