EPÍLOGO

46 2 0
                                    

Tres meses después

Es difícil controlar lo que nos pasa. Desde un simple corte en la piel hasta la sorpresa más inimaginable que podamos tener. La reaparición de Gabriel en nuestras vidas trajo mucha conmoción. Luego de creerlo muerto sufrimos demasiado. No es fácil perder a alguien tan importante como lo era él para nosotros. Al verlo frente a mí, en la puerta de la casa, fue como si estuviera viendo un fantasma. No podía asimilar lo que mis ojos me mostraban, era imposible que siguiera vivo. Nadie sería capaz de sobrevivir a semejante tempestad.

Creía que nuestra historia se había convertido en un amor en la tormenta, al saber que su espíritu se había quedado atrapado en las turbulentas aguas aquella noche. Fue un milagro que sobreviviera. Un sorprendente y maravilloso regalo de Dios. Ahora, verlo junto a nosotros retomando lo que durante siete meses perdió, es algo magnífico. Ver el rostro de felicidad y regocijo de su familia al saber que volvía a estar a su lado no tiene comparación con nada. Sobre todo, haberlo tenido a mi lado el veinte de octubre cuando nuestros pequeños, María Victoria y César, nacieron fue pura magia para mí.

No fue fácil para él volver a Londres, retomar todo donde lo había dejado y adaptarse a los nuevos cambios. Aun así, lo logró. Se esforzó y ahora vuelve a dirigir la empresa, como debe ser. Aunque cómo le dije una vez, va a tener que hacer otro testamento porque al primero ya le dimos un muy, muy buen uso. No es culpa nuestra haberlo creído muerto ¿no es cierto? Pues cómo ven, todo es pura felicidad y alegría a nuestro alrededor.

— ¿Me permites este baile? — la voz me sorprende. Estaba demasiado concentrada en mis pensamientos.

— Por supuesto, ¿cómo voy a negarle un baile al novio en su día? — la sonrisa que me dedicó lo dijo todo. Tomados de la mano nos dirigimos hacia la pista donde la mayoría bailan "Dile al amor" de Aventura. Miro hacia mi izquierda y sonrío al ver a mi galán medieval bailar con una de las niñas de la isla.

— Gabriel se ve muy feliz— me dice mi acompañante haciéndome girar.

— Está contento de volver. Extrañaba este lugar— le respondo mirándolo con adoración. Es el hombre más increíble que he conocido.

— Pasarse siete meses aquí, con personas que no sabían si era bueno o malo y que encima lo aceptaron sin pensárselo dos veces, es algo conmovedor y te hace crear un vínculo especial.

— Lo sé, Gabriel me ha contado tanto de este sitio que es como si lo conociera.

— No me sorprende eso— me dice riéndose antes de clavarme una mirada llena de emoción— Debo agradecerles a ustedes por hacer esto para tu madre y para mí.

— No tienes que agradecerme nada papá— le digo abrazándolo con más fuerza— Los dos se merecen esto y más. Ya es hora de que vivan vuestro amor con total libertad, sin obligaciones o presiones de por medio.

— Sufrimos mucho cuando estuvimos juntos mi niña— me dice mirando a mi madre que está junto a Noa. Ambas tienen a mis niños en brazos— Tus abuelos no pararon de fastidiarnos y decirnos lo que debíamos hacer, tanto en el ámbito del matrimonio como en tu crianza. Decían que éramos unos niños inexpertos e idiotas que decidieron tener una hija muy joven y que eso nos arruinaría la vida. No se dieron cuenta que quienes nos arruinaban la vida eran ellos, tampoco creo que les importara mucho.

— Me alegra que vuestro amor haya sobrevivido y siga siendo tan hermoso como hace tanto tiempo.

— A nosotros también nos alegra eso. Esta vez nada lo arruinará— me asegura con convicción— Puede que sea nuestra segunda boda, sin embargo, la diferencia entre las dos es que esta se hace por deseo de ambos.

EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora