Erika
Dentro de cuatro días es la boda, estoy nerviosa, ansiosa y emocionada como nunca en mi vida. Gabriel regresó ayer de su viaje de negocios. Fuimos a cenar, paseamos por el Central Park y después vinimos a casa para terminar haciendo el amor. Hoy se lo presentaré a mis padres, otro tema que me tiene intranquila. No le presento a mis padres a un chico desde el instituto y a él ni siquiera lo amaba como amo a Gabriel. Si no se llega a llevar con mis padres..., sacudo la cabeza. Eso no pasará, se caerán muy bien, estoy segura, ¿verdad?
— ¿Quién va ganando la batalla dentro de esa cabecita, los nervios o tú? — me pregunta Gabriel abrazándome por detrás. Estoy terminando de arreglarme para salir hacia el restaurante donde hemos quedado. Uno de los mejores de Londres. Mi chico quiere impresionar a mis padres.
— Los nervios— digo suspirando antes de volverme para darle un pico— Quiero decirte que mis padres son algo especiales. Me sobreprotegen demasiado, así que si dicen o hacen algo que no te gusta...— me besa sin dejarme terminar la frase. Me recreo en sus labios y noto como poco a poco me voy relajando. Es algo que solo él consigue, con un simple beso es capaz de tranquilizarme.
— Nada de lo que digan o hagan me hará cambiar de opinión ni me molestará. Son tus padres, que te sobreprotejan es algo maravilloso y normal; yo lo haría con la mía— dice acariciando mi mejilla. Sonrío.
— Te amo Gabriel. No sé qué hice para merecerte, pero sea lo que sea, nunca me arrepentiré.
— Tú no hiciste nada para merecerme. Fue de mí de quien se apiadaron y te pusieron en mi camino para completarme— lo beso, este hombre es increíble.
— Venga, déjame terminar o llegaremos tarde— digo empujándolo para que salga del cuarto, suspira.
— De acuerdo, te dejo arreglarte. No es que lo necesites, estás hermosa como quiera— me rio mientras él desaparece por la puerta.
Me vuelvo hacia el espejo. Mis ojos tienen un brillo especial y en mis labios baila una sonrisa de felicidad, justo como me siento. Me pongo un vestido cubierto con pedrería brillante y volantes que caen como cascada, unos tacones altos blancos y me dejo el pelo suelto. Nos encaminamos al restaurante. Al llegar decimos nuestros nombres y nos llevan a nuestra mesa. Somos los primeros en llegar, lo cual no me sorprende si contamos con que apremié a Gabriel para llegar antes que mis padres. A ver si eso me ayudaba a bajar un poquitico el estrés. Unos minutos después llegan ellos. Mi padre llegó a Londres hace tres días y se ha estado quedando en casa de mi madre. Gabriel y yo nos ponemos de pie para recibirlos. Mi madre, al reparar en Gabriel se le ha abierto la boca de tal manera, se ve comiquísima.
— Por dios mamá, cierra la boca que te entran moscas— todos no reímos ante mi comentario.
— ¿Cómo pretendes que lo haga? No sabía que tu prometido estaba tan bueno. Si llego a ser unos años más joven de seguro pelearía por él— dice sonriéndole a Gabriel. Ella no es de esas madres que se cortan un pelo al hablar. No, para nada, ella dice lo que piensa. Soy algo parecida a ella.
— Usted es hermosa, no me cabe duda, pero dudo mucho que dejara a mi chica por otra mujer, ella es irremplazable— le dice Gabriel a mi madre con esa sonrisa tan sensual que tanto me gusta.
— Buena respuesta, por lo menos parece inteligente— dice mi padre— Andrés de Avellaneda, un placer— dice tendiéndole la mano, mi prometido se la estrecha.
— Gabriel Words, un placer— luego se gira hacia mi madre.
— Carlina Vázquez, un placer— dice mi madre tendiéndosela también. Gabriel se la acepta y en vez de estrechársela se la lleva a los labios para besarla. Todo un galán medieval.
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EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO III
RomanceErika de Avellaneda es una famosa bióloga que vive en Londres, siente un profundo amor por el mar y las criaturas que habitan en sus profundidades. Un día es invitada por sus compañeros de trabajo a un crucero. Decide asistir sin imaginarse que en e...