Capítulo VI~LAS RESPUESTAS

29 5 0
                                    

Erika

Dos días después estoy trabajando y deseando poder estar en brazos de Gabriel. Me parece que ha pasado un siglo desde que lo besé, abracé y sentí por última vez. Hablamos mucho; ayer nuestra plática fue extensa y en su mayoría lo que hicimos fue decirnos lo que nos haríamos una vez volviéramos a reunirnos. Por fin logré hacer entrar en razón a mis padres, más o menos. Ahora solo debo esperar al regreso de Gabriel para presentárselo a todos, espero se caigan bien.

— Hey chica, ¿estás en las nubes? — me dice Yosvani.

— ¿Perdona, que decías? — él resopla. Estamos en el acuario revisando unos animales y extrayendo unas muestras.

— Te decía si ya terminaste con esa manta raya— dice exasperado.

— Oh sí, ya casi, perdona— digo volviendo a mi tarea.

— Estás distraída, hoy es imposible trabajar contigo ¿Pasa algo malo?

— No, no, para nada, solo... no sé estoy como dices en las nubes. Tranquilo no volverá a pasar.

— Yo no estaría tan seguro— resopla y sigo con lo mío.

Estoy tan estresada con esto del compromiso, la inmediata boda, la lejanía de Gabriel que no logro concentrarme ni en lo que más me apasiona, el trabajo. Yosvani no lo entiende, no es mujer. Todavía no piensa en casarse y mucho menos tiene unos padres algo reticentes a esto del matrimonio. No me mal interpreten, están felices con la noticia, pero al no conocer cara a cara a Gabriel les hace desconfiar de mi prometido y eso me trae estresada. Por suerte no se opusieron, me hubiera dolido casarme sin el consentimiento o presencia de alguno de ellos. Pues sí, aunque se hubieran opuesto me habría casado de igual manera, quisieran ellos o no.

También cuentan mis propias dudas, ¿seré una buena esposa?, ¿habré hecho bien al aceptar tan apresuradamente?, ¿estaré cometiendo un error?, ¿conocerá Gabriel a una guapa mujer rubia, blanca, con grandes pechos y espléndidas curvas en su viaje y cancelará todo? Dios, espero que no. Son idioteces ya lo sé, aun así, me es imposible sacarme por completo estas dudas que tensan mi corazón.

— Por dios Erika, estoy al mandarte al banquillo como si esto fuera un juego de fútbol. Llevas media hora con ese pobre animal entre las manos sin hacer nada ¿No dijiste que no te entretendrías más? — me recrimina Yosvani. Mira que le gusta el fútbol a este hombre, mejor se hubiera dedicado a ese deporte. Suspiro, estoy muy distraída.

— Yosvani...— empiezo, pero me callo. No sé si será buena idea preguntarle a él, después de todo es uno de los mejores amigos de Gabriel. No sería justo.

— ¿Qué sucede Erika?, ¿pasa algo con Gabriel?

— No...si...no...hay no sé— digo al fin hundiendo los hombros, soltando a la manta raya y bajando la cabeza para mirar mis manos. Yosvani deja lo que está haciendo para venir hacia mí. Pone un dedo bajo mi barbilla obligándome a mirarlo a los ojos.

— ¿Cuéntame que pasa por esa cabecita tuya? No eres una mujer que dude Erika. Eres graciosa, hermosa, una gran amiga y buena persona. Confía en mí— dice acariciando mi mejilla, suspiro.

— ¿Crees...crees que- trago saliva con dificultad— crees que Gabriel va en serio conmigo?, ¿qué me quiere de verdad y no soy algo pasajero? — ya está, ya he dicho uno de mis muchos miedos. Yosvani me mira por un rato que se me hace largo. Al final sonríe y suspira.

— ¿Era eso? — me encojo de hombros— Erika jamás he visto a Gabriel tan loco por alguien. Durante toda la semana que siguió a vuestro encuentro, no paraba de hablarnos de ti o hacernos preguntas para conocerte mejor. Yo conozco a Gabriel mejor que nadie, he sido su compañero de juerga, de borrachera y en todos estos años no he visto que se le ilumine tanto la mirada al observar a una mujer. Nunca, jamás ha mirado a alguien como te mira a ti, con deseo, cariño y anhelo.

EL AMOR EN LA TORMENTA ~LIBRO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora