El día había llegado. Llevaba toda la tarde en casa de los Cullen. Flotaba un ambiente tenso aunque la familia había intentado que se relajara.
-Te he preparado algo de cena, cielo. –le indicó Esme cuando empezó a anochecer. Tenían que ir al bosque en torno a la medianoche, justo cuando Victoria pondría un pie en sus tierras.
Alice y ella habían subido a la habitación de la vampira. Al contrario que sus hermanos, ella sí que tenía una cama enorme, adornada con un dosel que hacía que pareciera sacada directamente de un cuento de hadas. Grandes ventanas dejaban entrar el sol durante el día y un enorme vestidor estaba escondido tras una puerta doble. Alice se lo había enseñado como si fuera su tesoro más preciado.
En el instante en que Esme había asomado la cabeza tras dar unos suaves toques a la puerta, Adara estaba tirada sobre la cama junto con Alice, que observaba atentamente cómo la pelirroja dibuja el escenario que veía tras la ventana. Frondosos árboles estaban plasmados sobre la hoja de papel, iluminados por la luz de la luna llena.
-Oh, muchas gracias, Esme. –le dedicó una sonrisa algo tímida a la matriarca. Alice le había contado que casi todos aprendieron a cocinar cuando Bella llegó a sus vidas pero que Esme era la que más amaba usar sus habilidades culinarias. Cerró el cuaderno que la vampira le había prestado y se levantó de la cama. –Ahora mismo bajo.
Mientras se calzaba de nuevo las zapatillas, Alice, a velocidad vampírica, ya había pegado su dibujo sobre la pared. A su lado estaba el dibujo que le había enviado por carta, enmarcado, tal y como había dicho.
-Alice, ni siquiera está acabado. –protestó aunque no pudo evitar sonreír divertida.
-Lo despegaré cuando vuelvas para acabarlo. –dijo simplemente antes de coger su mano y bajar las escaleras juntas.
El olor a comida llegó hasta ella antes de poner un pie en la cocina. Esme había hecho un guiso de carne que hizo que el estómago de Adara rugiera de hambre.
-Supongo que necesitarás energía para usar tu poder. Y la carne es proteica. –explicó Esme mientras le servía un plato. Adara se sentó en el taburete de la barra y asintió con una sonrisa, agradecida.
Dio un primer bocado, llevándose la cuchara a la boca, y no pudo evitar hacer un ruidito de satisfacción que hizo reír a Jasper, el cual había ayudado con la preparación junto con Carlisle. Emmett y Rosalie habían decidido ir a cazar antes de "la gran noche", así la llamaba Emmett.
-Está increíble, en serio, es una lástima que no podáis probarlo.
-Técnicamente sí que podemos. –la consoló Carlisle, que estaba lavando los trastos sucios.
-Pero nos sabría a cenizas y estaría flotando en nuestro estómago por toda la eternidad. –explicó Jasper, apoyado sobre la barra con una sonrisa torcida.
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Compañera. | Alice Cullen.
FanfictionLo único que amas es aquello que te puede matar.