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La luz colándose por la ventana fue lo que la despertó. Habían pasado tres días desde su noche con Alice y aún tenía una sonrisa tonta cada vez que la recordaba. Habían avanzado paso agigantados en su relación y se sentía de maravilla, a pesar de que apenas habían tenido tiempo para estar juntas por las labores de vigilancia y la búsqueda del vampiro desconocido, que no había vuelto a aparecer lo que ponía nerviosos a todos los Cullen.

Además la noche anterior había tocado guardia de los lobos así que no había vista a su novia en todo el día, sólo habían hablado por teléfono durante un rato ya que se había ido a cazar para prepararse para la graduación.

Bajó las escaleras ahogando un bostezo con la mano, la ducha que se acababa de dar no había eliminado totalmente el sueño. Se encontró a su madre haciendo el desayuno mientras tarareaba una canción.

-¡Buenos días, cumpleañera! –exclamó antes de dejar su tarea y ahogarla entre sus brazos. -¡No me puedo creer que ya tengas dieciocho!

-Buenos días, mamá. –farfulló ella sintiéndose un poco asfixiada entre sus brazos pero devolviéndole el abrazo con una sonrisa aún adormilada. –Y muchas gracias. ¿Eso que huelo son tortitas?

Su madre la liberó para dejarla sentarse en la silla mientras ella le llenaba un plato de tortitas con arándanos. Su desayuno preferido y el que siempre comía en su cumpleaños.

-Está buenísimo, mamá, muchas gracias.

Su madre le sonrío mientras ella misma daba cuenta de sus propias tortitas acompañado de su café y Adara de su inseparable chocolate caliente.

-Hoy vamos a comer con Charlie y Bella para celebrar vuestra graduación.

-No lo he olvidado. –se lo había dicho hacía una semana y la propia Bella se lo había recordado el día anterior. -¿Por qué no venías a la fiesta? Sé que Alice lo ha planeado a lo grande.

Claire descartó la idea con un gesto de su mano.

-Eso es terreno adolescente. Charlie y yo vamos a salir al cine, ya sabes, una noche para nosotros. –le guiñó un ojo y su hija se atragantó con el desayuno.

-Mamá, no me interesa ese aspecto de tu vida. –dijo finalmente tras beber un sorbo de chocolate.

-Pero a mí sí que me interesa la tuya, sin entrar en detalles. –se apresuró a decir ante la mirada alarmada de la pelirroja. –Quiero decir que aunque estés con una chica las enfermedades de transmisión sexual existen y tenéis que tener cuidado.

-¡Mamá! –su cara se había puesto del mismo color que su cabello. –Ambas estamos perfectamente sanas.

-¿O sea que habéis tenido sexo?

-Oh dios mío. –Adara se tapó el rostro con ambas manos, pensando seriamente en morir en ese instante hasta que la puerta sonó. Se levantó de un salto, agradecida por esa improvisada ruta de escape y cuando la abrió vio a una sonriente Alice. -¡Alice!

-¡Feliz cumpleaños! –exclamó la pequeña vampira antes de rodear su cintura y abrazarla con fuerza.

Adara correspondió al abrazo, dejándose envolver por el aroma avainillado de su compañera y su vergüenza anterior desapareció.

-Alice, es un gusto verte. –la voz de Claire a su espalda la hizo separarse de ella. Su vergüenza había vuelto al recordar la conversación con su madre pero Alice parecía ajena a su incomodidad porque abrazó a su madre con una amplia sonrisa.

-El gusto es mío, señora Collins.

-Claire, por favor. –se hizo a un lado para invitarla a pasar con un gesto. -¿Te gustaría quedarte a desayunar? ¿O quizás quieras unirte a nuestra comida familiar?

Compañera. | Alice Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora