Los siguientes quince días fueron un mar de tranquilidad. Adara pensaría más tarde que era la calma que precede a la tormenta.
Su tiempo se repartía entre estar con Alice, practicar su habilidad (la cual estaba mejorando bastante y casi la tenía bajo control) y pasar tiempo con el resto de la familia. Echaba de menos a su madre cada día pero los Cullen ayudaban a mitigar ese dolor.
El día en el que la calma se rompió era un día como cualquier otro. Jasper, Leah, Alice, Carlisle, Esme y ella habían ido a cazar y, después de ello, estaban pasando el rato en el bosque.
-¿Así que si se dejara el pelo largo su pelaje sería más largo también? –preguntó Adara sorprendida cuando Jasper le contó ese dato de los lobos. Su mirada se dirigió a Leah que, en forma de lobo, estaba tumbada cómodamente al lado de Jasper. –Creo que sería increíble ver un lobo con el pelo largo.
La loba resopló, mostrando su oposición.
-No le gusta el pelo largo. –explicó Jasper con una ligera sonrisa en el rostro.
-Yo adoro el pelo largo. –Alice suspiró pasando las manos por la melena de su pareja, cuya cabeza estaba apoyada sobre sus piernas. –Es lo único que echo de menos.
-Hay pelucas de muy buena calidad, cielo. –la consoló Adara.
-Podemos buscar alguna que te guste. –sugirió Esme, acomodada entre los brazos de Carlisle, el cual depositó un beso sobre su cabeza con ternura.
Alice abrió la boca para responder pero sus dedos se quedaron congelados entre los mechones de Adara y su rostro se quedó en blanco.
-¿Alice? –la llamó Adara, incorporándose rápidamente al ver como el rostro de su compañera se teñía de preocupación.
-Es Bella. Su futuro ha desaparecido. No puedo verla.
Mientras hablaba rebuscó en el bolsillo de su chaqueta hasta sacar el teléfono y marcar con rapidez. Los demás se habían quedado estáticos, sin saber qué estaba ocurriendo. La voz de Bella salió por el otro lado de la línea, sonaba igual de confundida que el resto como si supiera que algo iba mal.
-¿Bella? ¿Estás bien? ¿Va todo bien?
Todos dejaron de respirar hasta que la voz de Bella volvió a hablar.
-Sí, creo que sí. –el suspiro de alivio fue colectivo. –Pero, ¿los vampiros pueden entrar en shock?
-Yo...espera, Carlisle está aquí.
Carlisle se movió extendiendo la mano hacia Alice con el ceño fruncido por la preocupación y la vampira se apresuró a dárselo.
-¿Está Edward bien? ¿Está herido?
-No, no. Yo...creo...creo que podría estar embarazada.
Y en ese instante todos los vampiros y la loba se quedaron en estado de shock.
En sólo unas pocas horas habían conseguido convertir la sala de estar en un quirófano. Todo estaba listo para arreglar la situación lo más rápido posible.
-¿Estáis seguros que es lo que Bella quiere? –cuestionó Leah, la cual había salido de la fase de loba y no había vuelto a ella por precaución. Cuanto menos supiera el resto de la manada, mejor.
-Dudo que quiera tener un mini alien dentro. –respondió Emmett mientras colocaba una enorme camilla en el centro de la estancia. Rosalie no estaba por ningún lado pero Adara supuso que el tema de los embarazos le resultaba demasiado doloroso dado su deseo frustrado de ser madre.