-Tengo que llamarla en algún momento. Mejor pronto que tarde, Bella me ha dicho que la situación es cada vez más tensa.
-Es cierto, pero lo tenemos cubierto, no tienes que forzarte a ello. Bastante estás haciendo con adaptarte a todo, cariño.
Alice y ella estaban sentadas en uno de los cómodos sillones del salón, con el teléfono móvil sobre la mesita de café que había delante. Alice miraba a Adara pero la pelirroja tenía la mirada fija en el pequeño aparato, como si fuera un arma en vez de un objeto inofensivo.
Había hablado con Bella por teléfono, para mayor seguridad de la humana, y ésta le había contado que Claire estaba cada vez más nerviosa por la falta de noticias de su parte. Oficialmente Adara se había ido de viaje dejando una escueta nota sobre la mesa y vaciando su armario –cosa que los Cullen habían hecho mientras ella estaba en plena transformación-.
-Lo haré hoy. –dijo finalmente decidida y desvío su mirada aún color borgoña hacia su pareja con la duda brillando en sus ojos. -¿Cómo irá?
Alice ya tenía la vista desenfocada, buceando entre las posibilidades y sus pequeños hombros se relajaron con la sombra de una sonrisa en sus labios.
-Bien, tu madre se lo creerá aunque creo que te gritará un poco.
Eso hizo sonreír a Adara ligeramente.
-Bueno, me lo merezco por desaparecer sin decir nada. –la mano de Alice se apoyó en su rodilla, apretando suavemente en un gesto de consuelo. –Iré afuera.
Caminó a paso humano en un vano intento de retrasar la conversación que sabía que tenía que tener, la luna iluminaba perfectamente el camino a pesar de que ella habría visto en plena oscuridad gracias a sus nuevos ojos. Cuando estuvo a una distancia prudencial de la vivienda de los Cullen –ahora era la suya también pero le costaba aceptarlo- marcó el número de su madre.
Contestó al segundo tono.
-¿Sí?
Adara respiró hondo antes de hablar.
-Mamá, soy yo.
Su madre tardó un par de segundos en reaccionar.
-¿Adara? ¿Eres tú? ¿Estás bien? ¿Dónde demonios te has metido? ¿Qué le ocurre a tu voz?
-He decidido tomarme unos meses para mí, viajar un poco, te lo dije en la nota. –tenía que ceñirse a la versión oficial aunque la angustia en la voz de su madre le creó un nudo en la garganta. –Y no pasa nada con mi voz, será la calidad de la llamada.
Era una mentira bastante mala, el cambio en su voz, más delicada y musical que la anterior, era notable.
-¿Y no podías haber hablado conmigo? ¿Me tenías que dejar una nota sin ni siquiera despedirte? Tú no eres así, Adara. Dime que ocurre. –exigió Claire.
-No ocurre nada, estoy perfectamente, ya sabes que odio las despedidas.
-¿Está Alice contigo? ¿Ha sido su idea?
El tono acusador de Claire le hizo fruncir el ceño.
-Está conmigo pero fue mi idea. Ella sólo me acompaña para no dejarme sola.
Un suspiro de frustración le llegó desde el otro lado de la línea.
-¿Al menos me puedes decir dónde estás ahora?
Su cerebro empezó a funcionar con rapidez. ¿Qué sitio le podría decir? Algo lo suficientemente lejos, desde luego.
-Italia
-¿Italia? ¿De nuevo? –la voz de su madre sonó sorprendida.
-Sí, bueno, estamos recorriendo Europa.
-¿Cuándo volverás?
Nunca, nunca volveré, pensó con una amargura que provocó que los ojos le picaran por las lágrimas que no podía derramar.
-En unos meses, todo irá bien, mamá, tranquila.
-Está bien. –Claire parecía más calmada o, al menos, mas resignada. –Pero promete llamar más a menudo.
-Lo prometo.
Era otra mentira, la peor de todas. Carlisle le había dicho qué era lo que tendría que hacer para no poner en peligro su secreto. Tendrían que fingir que había muerto, si no lo habían hecho aún era por el inminente enlace.
Cuando Bella se convirtiera ella haría lo mismo, ya estaban en peligro al esperar hasta la boda para marcharse. Tenía suerte de que la casa de los Cullen estuviera alejada del pueblo y nadie podría verla.
-Te quiero, Adara, lo sabes, ¿verdad? ¿Sabes que si hay algún problema me lo puedes contar?
-Claro que lo sé, mamá. Y yo también te quiero. –parpadeó para apartar ese molesto picor que era cada vez más intenso y tragó saliva para que su voz no temblara. –Te quiero muchísimo. Tengo que colgar.
-Cuídate mucho, ¿sí? Esperaré tu llamada, cielo.
-Adiós, mamá. –y sabía que esa despedida era mucho más definitiva de lo que Claire creía.
-Adiós, cariño, hasta pronto.
La llamada se cortó y ella dejó caer el móvil para llevarse las palmas de las manos a los ojos, apretando con fuerza sus parpados cerrados contra las palmas en un intento de calmarse. Respiró hondo y hasta ella llegó el olor a vainilla.
-Déjalo ir, Adara. No pasa nada. –la voz delicada de Alice le llegó desde algún punto a su espalda.
Vencida por su propia pena dejó que esa llama que tenía dentro la consumiera, se hiciera con el absoluto control. El peso de su poder la hizo caer al suelo de rodillas mientras las llamas envolvían su cuerpo quemando la hierba bajos sus pies. Apenas podía ver más allá del brillo anaranjado de las llamas que bailaban a su alrededor y su rojiza melena tapándole el rostro.
Cuando el fuego se extinguió, más calmado su corazón pero con el mismo dolor, los finos brazos de Alice la rodearon y ella se dejó acunar como una niña pequeña en una desesperada búsqueda de consuelo.
Romper con su vida, con su madre, con todo lo que había conocido hasta ese momento, dolía más, mucho más, que la ponzoña.
Capítulo corto pero necesario y doloroso. Nuestra pobre Adara🥺🥺. No olvidéis dar me gusta y comentar si os apetece! 🥰🥰